El día siguiente al 25E, Grecia se despierta preparada para vivir
un guion escrito. Algo parecido a lo que nos anuncian las Sagradas Escrituras en su pasaje: “está escrito”.
Después de la victoria incontestable de la coalición Syriza,
que ya se barruntaba, el escenario empieza a vislumbrarse cuasi Sagrada Escritura:
telegrama de la Canciller Europea - felicitación obligada y mensaje medio
avisando. La bolsa cayendo. Esa prima común que tenemos todos, subiendo, etc.,
es decir, todos los ingredientes para avisar al nuevo equipo de gobierno que no
pretenda “tontear”. Han de saber quién manda y qué hay que hacer.
Visto desde la atalaya carroñera, podríamos intuir el
siguiente escenario: “Yo soy quien manda aunque no me veas. A ti te eligieron
los griegos para presidir el Gobierno, pero has de saber que soy yo quien dice
qué has de hacer. Si no lo haces te ahogo. Aquí lo único que hay en juego es
el dinero y el poder. Me importa poco, más bien nada, tu pueblo. Si pasa hambre
o no y si hay quien se suicida porque no puede más, no es mi problema. Lo que se
juega es nuestro dinero. Harás aquello que te indique. Bien te lo trasmito yo,
bien mis lacayos: los gobernantes de la Unión.
Para empezar vamos a
disparar los indicadores, para que vayas tomando nota.
P.D. No tengas la debilidad de buscar el grano en otro corral. Has de cumplir los plazos que te di. ¿Cómo?, es tu asunto”.
P.D. No tengas la debilidad de buscar el grano en otro corral. Has de cumplir los plazos que te di. ¿Cómo?, es tu asunto”.
Este ejercicio de
imaginación, que bien pudiera ajustarse a la realidad: en su escenario,
discurso y contesto adecuados, es el primer aviso.
Cambiando de tercio y
yendo al terreno de juego: el aval que tiene el gobierno griego, tras los
resultados obtenidos es suficiente para tomar las decisiones que crean y deban
y no puestos de rodillas ante la golfería del dólar. No va a ser fácil. Tampoco
imposible.
Los analistas coinciden
en algo que es de puro sentido común: la situación económica griega a donde llevaron, tanto gobernantes como los señores mercados, es tal que su deuda en
las condiciones actuales es sencillamente inasumible e impagable, por lo que
deberán hablar de ello necesariamente todas las partes, mal que le pese a la
Sra. Ángela. Por encima de todo ha de estar la ciudadanía griega, que es quien
menos culpa tiene de lo que sus gestores hicieron hasta conducirlos a donde están.
Me llamó la atención un
hecho: pasadas las elecciones, Tsipras tardó 24 horas en formar gobierno y 48
en comenzar a tomar decisiones. Parecido a lo ocurrido en España: el actual equipo
de Gobierno ganó las elecciones el 20 de noviembre y transcurridos cuatro meses
empezamos a ver qué iban a hacer.
Esto lo atribuyo a que
el Gobierno Griego tenía muy clara la hoja de ruta, que es aquello que vinieron
diciendo que harían si ganaban, mientras
que en España sabían que habría que hacer lo contrario de lo que vendían, como
ocurrió, y en consecuencia había que dejar pasar algún tiempo para enfriar los
mensajes, empezar a preparar el terreno y como la memoria de la ciudadanía en
estos asuntos es frágil, ya habría algo ganado.
En fin, nos espera unos
meses muy interesantes viendo las partidas que se jugarán en el tablero europeo
entre Syriza, la Troika, el euro (Draghi), Merkel y los satélites. No se fíen
mucho de lo que escuchen. No todo lo que digan va a ser cierto. Se dirá más lo
que interese, que lo que ocurra realmente.
Para empezar, me seduce
la idea que comience a aparecer alguien dispuesto a plantar cara a los buitres.
Me parecería todavía mejor que algún otro país se planteara secundarle. Los gobiernos
deben gobernar para sus pueblos: son a quien piden su apoyo, quien se lo
proporciona y a quien se deben. No es tolerable que, después de pedir y recibir
ese apoyo lo hagan para esas rapaces invisibles. Y ello suponga la ruina de tanta y tanta gente.
D. Robles