Recuerdo aquellos años de adolescencia, donde era imperativo, so riesgo
de coscorrón, asistir a la celebración de la Santa Eucaristía y también del
Santo Rosario.
Uno de los pasajes que se leían desde el púlpito titulaba: “Epístola
moral a Fabio”. Confieso que no recuerdo el texto epistolar.
La recordé estos días siguiendo el proceso judicial abierto a Rita
Maestre por aquella forma de expresar su protesta en aquel lugar y momento. La
Capilla de la Universidad Complutense.
Rita está transitando a través de una epístola moral.
Podemos entender esa forma de expresar una protesta o no, nos puede parecer mejor
o peor. Es una más a la que se debe dar la importancia justa.
Sí considero un auténtico despropósito que esos hechos hayan llevado a
sentarse en el banquillo a esta joven, que al igual que otros y otras
participaron en aquellos hechos y curiosamente sólo ella parece haber cometido
algún delito. Ello debe ser debido a que cometió otro error mayor: decidió dar
un paso en la política activa, y esto según dónde se coloque una persona puede ser alto
riesgo.
El Arzobispo de Madrid, es a quien veo
en este caso poner un poco de sentido común a la hora de hacer valoraciones
sobre el caso. El terreno político mejor no mirarlo: de vergüenza.
Debemos también fijarnos un
poco en quién está detrás de la demanda. Observando algunos perfiles
es para asustarse un poco.
Toda la atención centrada en Rita: que si desnudó su
torso, que si ofendió a algún santo, etc.
Y no veo a nadie detenerse un poco a pensar en algo que entiendo bastante
más importante y trascendente:
¿QUÉ PINTA UNA CAPILLA EN UNA UNIVERSIDAD?
La Universidad es lugar destinado a formar a nuestros universitarios,
entiendo, y no creo que esa formación requiera
o exija bendición apostólica, ni tampoco necesidad de confesión. Si algún
miembro de la universidad necesita orar antes de iniciar su jornada, es algo
legítimo y respetable que tiene espacios suficientes donde hacer manifestación de
fe y ejercicio de credo. Si la
universidad tuviese que habilitar uno para ello, tendría que tener uno para cada confesión.
¿Por qué sólo una? No todo el mundo es católico
Un centro público de educación, y más si hablamos de la universitaria
debe tener ausencia absoluta de cualquier vestigio y manifestación confesional.
Es algo, que a estas alturas, debiera ya ser materia reservada y circunscrita
al ámbito personal y privado, y ahí, cada cual con su fe y sus creencias: tan
legítima y respetable una como otra, y no menos la ausencia de todas ellas.
Le piden a Rita un año de prisión por estos hechos. Es para ruborizarse. Y
si esa fuese la sentencia habrá que recurrir al dicho: ¡Que Dios nos coja
confesados!
Curiosamente la otra Rita, ya saben ustedes: especie protegida, no vaya a
ser que se le ocurra aprender a cantar.
Para completar el sainete faltaba la petición de dimisión. ¿Y quién se
prodiga en ello? Nada menos que desde el "Partido de las Ranitas"
No se sorprendan demasiado: somos así.
No se sorprendan demasiado: somos así.
D. Robles