Siempre quise creer en la justicia como elemento fundamental
en la relación social de un estado de derecho.
Siempre creí que el delito debía ser perseguido, se produzca
donde se produzca y se lleve a cabo por quien fuere.
También que, en justicia, un delito nunca debiera tener fecha
de caducidad.
Me cuesta aceptar que algo tan trascendente esté sujeto más a
intereses de políticos y gobiernos de
turno que al interés general de una población.
Asumo con cierto desasosiego, que sea ésta una reflexión más propia
de la imaginación y tal vez de una ilusión que de una realidad posible.
Hay leyes que para ser aprobadas pasan un proceso
parlamentario insufrible, mientras que otras se resuelven en una semana, casi
sin darnos cuenta, porque interesa al ejecutivo que así sea. Recuerden la
reforma de la Carta Magna (nada menos) en agosto del 2011, sí, digo bien, en
agosto cuando se entera casi nadie, porque era una exigencia, según parece y
todo apunta, de la Sra. Merkel.
Ahora se procede a abolir la normativa que regula la Justicia
Universal, porque, al parecer incomoda a China y a EEUU.
Es decir, lo nuestro es no incomodar a los demás, aunque
detrás de esos movimientos se esconda la no persecución de delitos de sangre.
Todos somos iguales ante la ley. Sí señores/as. Así nos lo
dicen, tan convencidos que hasta la duda ofende, aunque también forme parte de
la ilusión aludida.
El actual gobierno decidió “cargarse” la normativa que
trazaba una línea de actuación en el contexto universal de la justicia.
Para justificar una medida siempre se buscan argumentos
adecuados y cuidados, y en este caso, hay que decir que el sólo hecho de
comunicar cosas tales como que nosotros no debemos, o no somos quien, de
intervenir en asuntos más allá de nuestras fronteras es de muy fácil digestión
para gran parte de la población. Lo escuché en no pocas ocasiones. Repito aquí
lo dicho en otro comentario reciente: “pensamos demasiado poco”. Estoy
convencido que no somos conscientes en manera suficiente de las consecuencias
que se derivan de decisiones como ésta.
En este caso fue China quien dijo a nuestro gobierno qué
debía hacer, y como era de esperar, sumisos y obedientes ante el poderoso
obraron en consecuencia, dieron al traste con una normativa que en nuestro país
garantizaba esa justicia.
Un delincuente lo es, sea chino, americano, de Budapest o
Guadalajara. Sea un cargo político o cualquier otra cosa y sólo por ello no
puede haber diligencias exculpatorias y menos, caducidades temporales de un
delito. Mientras no se den estas variables no podemos hablar de justicia, ni de
democracia.
Un presidente chino,
que fue, y a quien se le atribuyen delitos de Lesa Humanidad, genocidio, etc.,
no puede quedar al amparo de la impunidad, si todo ello es cierto, y convertirse
en especie protegida; y pongo este ejemplo por ser el detonante, pero es, por
supuesto, extensible a todo el universo delictivo.
Moncloa desoye a Magistrados y todo aquel, que con criterio y
conocimiento anuncia las consecuencias que va a acarrear tal medida, pero la
prioridad conduce a una decisión, y ésta es, complacer, en este caso al Sr. de
Oriente.
Ahora vemos cómo, en aplicación del nuevo ordenamiento los
jueces se ven en la obligación de excarcelar a narcotraficantes, maleantes y ya
veremos en qué queda el asunto.
Lo importante y prioritario es no incomodar a un delincuente
“con enchufe”, tampoco se debe investigar la muerte del periodista José Couso,
a manos de militares americanos, se molesta la administración USA.
¡Menos mal! Y hemos de considerar a aquellos Jueces que con
“agallas” suficientes luchan por el imperio de la Ley y el caso señalado parece que puede seguir su
curso. Confiemos en que no sea el único. Ya habrá quien no tarde en empezar a
trabajar en un Decreto o equivalente para bloquear la situación; sólo queda
esperar que lleguen tarde o cometan errores en su camino que tampoco es
imposible, o también que alguna Instancia superior eche el freno a tal
despropósito.
¿Alguien habla de ello? ¿Algún medio se implica en el asunto?
Mejor, guardar silencios y el tiempo hará el resto.
¿Estaremos admitiendo y aceptando un tipo de delincuencia
legal y por tanto autorizada?
Después nos hablan de equidad y de Justicia.
¿Qué entenderán, o pretenderán que entendamos por Justicia?
Palabras, simples palabras.
D. Robles
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