Tan pronto Francisco inició su Pontificado, algo empezó a moverse
en el seno de la Iglesia impensable una semana antes. Algo que invita a mirar
de reojo a una institución “carca” que no quería enterarse que la sociedad evoluciona,
que las cosas cambian, que cada vez es más difícil engañar al prójimo y donde
una gran parte de seguidores (fieles) le habían dado la espalda de forma casi irreversible
y crescendo.
Este hombre asombra con su saber hacer y firme decisión de
convertir a un mastodonte inmovilista en una pieza que encaje en el puzle de la
sociedad actual. Es un Papa terrenal.
Son muchas las dificultades que acechan y tiene delante su gobierno. Las más importantes, dentro de casa como es habitual.
Su misión parece encaminada en conducir a la Iglesia Católica
por la senda de la civilización de una forma racional y lógica. Asunto harto
complicado.
Un cambio tan radical, en una organización de este calibre
siempre provoca contradicciones y posiciones encontradas, aunque aparezca protegida e inspirada por la
divinidad, como es el caso.
Sus encuentros (sínodos) son ungidos por el Espíritu Santo y
revisten carácter de secreto monacal, pero a nadie se escapa la tensión y
discusiones en el seno de los mismos. Estos días se celebra uno sobre la
familia. Intuyo el reality intra muros.
Mientras por un lado se percibe una aceptación importante por
el conjunto de la sociedad, por otro, la oposición mueve ficha, con paso
discreto y secreto que al final no lo es.
Y en esta disyuntiva un grupo de cardenales, una decena más o
menos, toma posiciones buscando que nada cambie, tal vez influidos por ese halo
divino que alumbra sus conciencias y les empuja en defensa del inmovilismo y la
ortodoxia secular.
Este grupo de Santos Padres al que pertenece de forma
relevante nuestro Rouco Varela, tiene interés en derribar a Francisco. Es mi
opinión que no teme albergar error. ¿Cómo se puede aceptar a un Papa que habla
como lo hace del divorcio, de la homosexualidad, que use esos zapatos y se
aleje del lujo Vaticano? Y tantas otras cosas que huelga comentar.
Rouco, afortunadamente defenestrado, es un símbolo claro del
gobierno divino. Voto de castidad, de pobreza, tal vez alguno más. El primero
desconozco si fue consecuente con él, del segundo ya tenemos constancia y el
resto ya sabemos: divorcio es pecado; homosexualidad enfermedad, salvo aquella protegida
por una sotana cuya consideración es diferente, etc.
Estos personajes grises, medievales, representación de lo más
arcaico en una sociedad culta, moderna y avanzada, siguen empeñados en ocultar
sus vergüenzas bajo la indumentaria dominical a la vez que predican virtud y
hacen bueno el dicho: haz lo que digo, no lo que hago. Son quienes pretenden
hacer involucionar un camino de esperanza.
Es probable que tardemos en conocer el resultado de las
discusiones de este Sínodo. Seguro que nunca sabremos todo. Conoceremos la
versión oficial. Pero tratándose de discusiones sobre familia, conociendo la
línea de pensamiento de Francisco y también la furibunda filosofía de los
Rouco, no es necesario mucho esfuerzo para presumir sesiones de gran interés
dialéctico. Hay que esperar esa influencia espiritual para evitar tentaciones
de verter expresiones pecadoras.
A estos personajes, dignos representantes del eje del mal, les
procuro paz, tranquilidad, y un retiro sosegado, aunque sea en áticos no
éticos, pero que doy por bueno si nos dejan en paz.
Que Dios salve al Rey (Francisco) y nos libre del mal.
D. Robles
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