De nuevo estamos sentados en el ruedo electoral esperando la salida de
los primeros, segundos y todos los espadas que acompañan a los primeros. Será la
salida oficial, porque desde principios de diciembre no regresaron a toriles. El
“paseíllo” ya lo conocemos: algunos cambios en las cuadrillas, pero será la
repetición de la faena. Y para no variar también de las densas, intensas e ilustradas
verónicas y demás lances del show.
Para empezar: desde sede de Gobierno,
Mariano se apresura a calentar el ambiente con vídeos que pretenden asustar a
la gente para que no se equivoque. Ni una palabra de su casa, más allá de la garantía
que supone su persona para la estabilidad y progreso.
Lidera una formación golfa, nutrida de
sabios en la materia. Creo que a estas alturas se puede hacer tal afirmación
después de conocer cuanto se conoce, con datos que no opiniones e intuir lo que
todavía no. Hace bien, sabe que a pesar de todo ello, siete millones de
personas avalan su atrevimiento en unos casos, pasotismo en otros, golfería en
trincheras y habernos condenado a la mayor parte de la población durante cuatro
años a lo que a buen seguro mucha gente ya no recuerda.
Digo una vez más: quien tolera y
apoya la corrupción y golfería, es cómplice de ella; no debe quejarse.
La alternativa socialista vive intensamente en la casa de los líos que no
sé si San Pedro lo puede arreglar si baja, porque el terrenal, veo que no. Por
mucho que se empeñen estos días en tratar de convencernos de otra cosa, el lío
es un hecho. Aun así, están dispuestos a arreglar la casa de todos, y no voy a
ser quien diga que no. El poder hace milagros, pero difícil me lo fiais.
Desde
Andalucía, se levanta la voz con tanta fuerza como facilidad, siendo como es la
tierra donde anida también un nutrido grupo de golfos. Cinco millones de
personas también aplauden. Con la particularidad que aquí se castiga con más
facilidad y eficacia que el caso anterior, (Andalucía, por lo que parece no).
Y los nuevos, que ya no lo son tanto, repitiendo faena. Capotazo va,
capotazo viene.
Nunca estuvieron, por lo que al menos merecen el margen de la
duda, más allá de cuantos disparates se escuchen sobre ellos. Cierto es que a
veces hacen uso de discursos y dichos bastante “viejos”.
Y aquí cambio el tercio para referirme a los argumentos y razones que
escucho en la calle y que me dan una idea de por qué las cosas son como son y también
por qué desde los partidos pueden hacer lo que les venga en gana sabiendo que no les
pasarán factura.
Escucho cosas tan curiosas como: “por lo menos los nuestros ya sabemos
como roban” y me sale un ¡olé! Damos por sentado que todos van a robar. Hay
quien lo afirma y trata de poner ejemplos para sustentar su razonamiento que
resulta hasta simpático. Buena forma de buscar una justificación para apoyar a
los “míos” hagan lo que hagan.
Observo
también como funcionan los mensajes del
terror y la imagen que la gente se forma en función de lo que escucha, más allá
de pararse a pensar un poco si será cierto o no o si obedece a campañas
concretas con un fin determinado.
No hago ningún descubrimiento si digo
que el grupo más afectado por tales zarandainas y que más horas y páginas
consume es PODEMOS; que me sirve para ilustrar esta reflexión.
Curiosamente todas aquellas
acusaciones que se efectuaron hasta la fecha contra esta formación tuvieron
recorrido hasta llegar al juzgado, para una vez allí desinflarse al decir un
Juez que no había un solo dato que justificase tales acusaciones ni nadie que
lo aportase, luego es fácil concluir que hay exceso de barro y ausencia de
rigor. ¿Nos dice esto algo? Y, ¿quién sabe esto último? Los menos, no interesa
que trascienda. Es más importante que la gente interiorice que son casi terroristas.
La última, la presentada por el “ilustrado”
Eduardo Inda, que además de haber sido ya demandado, indicios apuntan a un
montaje al estilo Inda con un fin muy claro:
Haz ruido que algo queda, y ¡vaya si queda!
Si fuese cierta la acusación, las pruebas se presentan en un juzgado, no
en un plató de televisión, o cuando menos, también en el juzgado y que la
justicia resuelva, y si hay veracidad, aplíquese lo que corresponda sin
contemplaciones, de lo contrario que sea el acusador quien sufra la pena que le
hubiese correspondido al acusado de ser cierto. Sigo diciendo que en este país,
difamar es, o muy barato o gratuito, y eso no me parece ajustado a derecho. También
sabemos que una parte de la policía está actuando en estos casos no se sabe
bien a las órdenes de quien, o sí, y en lugar de acudir a un juzgado con las
¿pruebas obtenidas?, parece más rentable filtrar cositas a los medios. ¡Cuánto
rigor y seriedad! ¿No les parece? Debe ser que las pruebas halladas son
demasiado grandes y no caben en un juzgado.
Siempre salen a luz asuntos de esta naturaleza cuando hay una cita con las urnas o algún hecho de cierta trascendencia ¿no lo observaron?
La Magistrada Victoria Rosell decidió
subirse al ruedo político, y como lo hizo bajo el paraguas de Podemos, leña a
discreción desde el minuto cero.
Tras ser acusada de prevaricación, decide
renunciar a su aforamiento para que la justicia obre sin problema (lo mismo que
Rita u otros/as) y ahora sabemos que
todo fue un amaño entre el juez sustituto y un empresario de las islas para
segarle la yerba bajo los pies. ¡Tiene tela el asunto! El ex ministro Soria tampoco
anda lejos de la guadaña. Y la opinión pública ¿qué opina? Pues en gran medida
que Rosell es culpable. ¡Que viva el vino! Así funcionan las cosas.
Si esta mujer se hubiese incorporado a otras listas es probable que fuese enorme, pero ¡ah! Lo hizo en PODEMOS y eso es una amenaza.
Si esta mujer se hubiese incorporado a otras listas es probable que fuese enorme, pero ¡ah! Lo hizo en PODEMOS y eso es una amenaza.
Venezuela lleva años siendo el centro de nuestras vidas, como saben, y el
asusta niños de media noche; paralelamente es un socio comercial interesante.
Todos
damos cuenta de las asesorías al Gobierno de este país por parte de miembros de
Podemos, entre otros, antes de existir tal formación, pero no se dice de qué, tampoco de sus
asesorías en otros países, porque no interesa. Tampoco se habla de las
excelentes relaciones que mantenemos con democracias tan consolidadas y
respetuosas con los derechos humanos como, pongo por ejemplo, Guinea Ecuatorial,
Arabia Saudí o China. No, aquí el problema y demonio es Venezuela, como si a
estas alturas no nos diésemos cuenta que vivimos en Europa y en pleno S XXI. Tal
vez haya mucha gente, quizá demasiada, que cree y asume todo aquello que dicen
los “nuestros” sea una cosa o la contraria, y aquellos medios que trasmiten no
lo que ocurre sino lo que interesa oír, y eso es un problema importante.
Volviendo al ruedo, remato la faena asegurándoles que a estas alturas
puedo no tener muy claro a quien otorgar mi voto, pero si estoy seguro a quien
no: es cuestión de dignidad y principios.
D. Robles
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