No hay necesidad de jugar con la semántica para evitar llamar
a las cosas por su nombre. O tal vez sí.
La actualidad manda y si lo hace acompañada de cierto escándalo
tal vez se complemente.
El espectáculo que nos brindaron nuestras señorías durante el
debate parlamentario sobre la llamada "Prisión Permanente Revisable",
que no es más que el disfraz léxico de "Cadena Perpetua" con el
añadido "que puede no ser" no deja lugar a duda.
Analizando con un poco de detenimiento, y escuchando a quien
sabe algo del asunto no resulta difícil concluir
que todo esto sirve para más bien poco, más allá del barullo que organizan los
actores principales, y de paso entretienen al populacho.
Veamos:
Antes de entrar en materia siento la necesidad de manifestar
la condena, repulsa y todo cuanto queramos a los hechos bárbaros que provocan
estos movimientos. Es difícil encontrar calificativos que puedan definir la
barbaridad que supone un asesinato. Lo es más todavía cuando la víctima es un
niño, niña o joven.
Lo que pueda merecer quien comete un hecho de esta naturaleza
posiblemente sea lo que estés pensando o tal vez lo siguiente. También es
cierto que si aplicásemos al delincuente todo aquello que interpretamos que
pueda merecer nos convertiría en el mismo monstruo que son ellos y ellas.
También hay que decir que un asesino o asesina lo es y punto.
Nadie es más asesino o menos por ser de color negro u otro,
sea de origen foráneo o nativo.
Los delitos que se hacen mediáticos afloran pasiones más allá
de la racionalidad que se debiera imponer.
Nadie podrá discutir que Ana Julia, la todavía presunta asesina
del niño de Almería, aunque parece haber pocas dudas, es más asesina o peor que
José Enrique (el Chicle), asesino de Diana Quer y quién sabe si de alguien más,
tampoco es menos asesino Iván Pardo, asesino de Naiara, otra niña de también 8
años de quien nadie se acuerda ya. No fue un caso tan mediatico, aunque los
ingredientes del mismo no dan lugar a la indiferencia. Asesinada en Sabiñánigo
no hace tanto tiempo y lo que es peor, torturada doce horas antes de morir y
con anterioridad. Este sujeto del que ya nadie habla ¿merece otra consideración
tal vez por ser blanco? Y no sé si
nacional. Bretón, otro sujeto a considerar y no digamos el descuartizador de
Moraña. Ejemplos todos destacados.
Hago esta reflexión, porque el desate que se produjo estos
días referidos a Ana Julia por ser negra y latina es digno de ser elevado a
ciertos altares: El del disparate y la enfermedad social.
Y ahora toca el apartado político.
En España tenemos, a juzgar por lo que dice quien entiende de
causas penales, el sistema penal menos benévolo de nuestro entorno, el índice
de criminalidad más bajo de los países que deben ser nuestra referencia, sin
que ello deba causar satisfacción alguna, conste, puesto que si hay delitos,
muchos o pocos, delitos son.
Desde hace tres años nuestro código penal se complementó con
la cadena perpetua que puede no ser y ahora nos brindan el espectáculo
parlamentario del jueves día 15 para derogar esta ley por un lado, para
mantenerla por otro y para endurecerla por el siguiente, es decir, menú a la carta.
Me pregunto para qué tanto espectáculo y para qué la cadena
perpetua que puede no ser.
Todos recordaréis seguro, a Suárez Trashorras, el delincuente
del 11M que está en prisión desde antes de ser aprobada la cadena perpetua que
puede no ser. Condenado a 34.715 años. Este sujeto pidió acogerse a la nueva
ley, la de cadena perpetua que puede no ser. Curioso verdad. ¿Por qué lo habrá
hecho? ¿Por esnobismo?
No, sencillamente porque esta ley le podía permitir salir de
prisión antes que la ley aplicada en su día.
No es necesario quemar tanta energía en frases populistas que
gusta oír a la gente, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
Si quieren endurecer la condena a ciertos delitos como los
que ocupan la actualidad, apliquen la ley, la que hay, regulen si quieren el
tercer grado y se acabó la historia y la histeria.
¿No conocéis condenas de hasta 200 años y más? No voy a repetir la de Trashorras porque
imagino que cuando cumpla los 349 años en prisión estará ya un poco mayor.
Pues bien, la pregunta que hay que hacerse entonces es, cómo
estas condenas permiten salir de prisión a alguien a los 25 años, 20 o lo que
fuere.
No voy a entrar aquí en el principio de reinserción y…… Es
otro asunto que requiere espacio y consideración aparte.
Escuché en el debate parlamentario algún ponente arrogarse la
opinión general de la sociedad española.
He de decirle, por si no lo sabe, que la mía no.
Tratar de legislar algo tan sensible al calor del dolor y aludir a ciertos casos para tratar de ganar adeptos es el arte del miserable. Lamento que haya quien se preste a ello.
A estos actores secundarios simplemente les pido que piensen
un poco. Comprendiendo y compartiendo el dolor, legislar es otra cosa.
A cualquier persona de bien le sobrecoge, consterna e indigna
hechos tan execrables, no hay duda. Requieren la mayor de las condenas y
repulsa hacia quien los practica. Las víctimas merecen el apoyo y solidaridad
debida y nunca el olvido. Esto no se cuestiona. Ahora bien, cada cosa debe ser
colocada en su lugar.
La cadena perpetua que puede no ser, no evita delitos, ni va
a arreglar nada que no se pueda hacer con la Ley sin cadena perpetua.
El país donde más violencia y muertes hay tiene en vigor y
desde siempre cadena perpetua (sin seudónimos) y pena de muerte.
Donde menos muertes hay tienen una legislación más blanda que
la nuestra. ¿Querrá decir esto algo?
El populismo barato no conduce a ningún lado y lo que se está haciendo con algo tan serio como esto, con una ley como esta es justamente eso, populismo Low Cost.
D. Robles
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