lunes, 5 de septiembre de 2022

URBANITA DESPISTADO

 

Asoma septiembre y languidece el verano. Se va el verano vacacional que empieza con julio y da sus últimos coletazos en agosto después de mover tanta y tanta gente de un lugar a otro.

Vecinos de grandes y no tan grandes urbes están descubriendo para disfrutar el periodo estival otro mundo alternativo al clásico de sol y playa. El mundo rural. La montaña. Espacio natural puerta de paz, tranquilidad, buena temperatura (más en un año como este donde los dígitos de los termómetros nos tuvieron acongojados). Buenos lugares donde dar grandes paseos alejados del calor y dureza del asfalto y algo que no es menor: el calor y hospitalidad de los lugareños, que si el visitante se presta a ello en dos días es uno más del lugar.

El turismo rural lleva a estos espacios naturales una pluralidad y diversidad de visitantes tan variopinta como es la sociedad en sí misma. Por ello, también se acerca algún que otro un tanto despistado que no sabe situarse, y con su paso cambiado aspira a que lo cambien los nativos del lugar. Como el que conduce en dirección contraria y piensa que todos los que encuentra de frente viajan equivocados.

En el campo hay animales de todo tipo como es lógico y natural. Hay producción abundante derivada de esta naturaleza. Algo intrínseco al mundo rural. Pues bien, hay “urbanitas” que aterrizan en este ambiente y se esfuerzan en cambiarlo. Díganme si no, cómo es posible que alguien denuncie a un vecino porque al tener sus aves de corral en libertad observa que el gallo viola a las gallinas, dicen. Y se asustan, escandalizan y denuncian. ¡Habrase visto mayor disparate! Quien denuncia el ruido de un tractor porque le molesta por la mañana. Que si el ladrido de un perro le impide conciliar el sueño (los perros en la ciudad creo que no ladran y hay pocos).  

También quien le molesta el olor a campo que aporta algún animal del entorno. Un largo rosario de curiosidades podría glosar.

Molesta un aroma natural sin disfraz a quien probablemente disfrace otros detrás de un Chanel, Armani o Dior.

Aspiran a involucionar la vida del campo y dirigirla hacia lo que entienden correcto, aunque sea lo más incorrecto a que puedan aspirar.

Bien estaría que una vez situados aquí aprovecharan esa estancia y quizá alguna más para aprender un poco cómo se desarrolla la vida en el campo y a la vez, como se producen tantos y tantos productos que colocados en las estanterías de esas grandes superficies que les son tan familiares pueden interpretar que salen de una fábrica de un polígono industrial. Y claro, no es así. Sin la actividad del campo, ese campo que tanto les llama la atención no habría en esas estanterías muchos artículos tan bien etiquetados y necesarios para su cesta diaria.

Esto en sí mismo ya es chocante y puede ser preocupante si llegamos al siguiente escenario:

Decir primero, que si un “urbanita despistado” no le gusta el ambiente rural lo tiene muy fácil: ¡váyase a otro sitio! Cuando menos no dará el coñazo a la gente del lugar y a quien lo visita de buen grado, además de vivir unas vacaciones estresantes interpretando secuencias que no entiende. Y por supuesto nunca trate de adaptar la vida de un lugar a su forma equivocada de entender una realidad.

En segundo lugar, y aquí me surge el escenario preocupante, es que las autoridades in-competentes próximas a estas situaciones y responsables en la toma de decisiones, atiendan estas demandas para favorecer no sé bien que cosa, y para ello traten de recriminar, limitar o restringir la vida de unos vecinos o un pueblo para dar satisfacción a la irracionalidad. Tengan en cuenta que esta gente no es turista. Es otra cosa. Probablemente individuos con tendencia o próximos a la estupidez que pasaban por allí.

Cualquier vecino de un pueblo, estoy seguro que dirá: bienvenido todo visitante de bien, siéntase como en su casa.

A quien le moleste el gallo, la vaca, un aroma determinado, etc., siempre le quedará la costa y el sol. No se equivoque: disfrute de sus vacaciones y a su vez, deje disfrutar.

                                                                       D. Robles

1 comentario:

  1. La indosincraccia del estúpido,lo más chocante los paletos somos los de pueblo. Perdón por lo que expreso a continuación ,jilipollas!...

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