Vuelvo a hablar de educación. Vuelvo
a hacerlo de inclusión. Lo volveré a hacer dos, tres, veinte veces. Cuantas
sean necesarias para seguir demandando un sistema educativo que mire al futuro
sin excluir a nadie de un espacio común.
Dejaré de hacerlo, y celebraré el día
que pueda decir que se consiguió el objetivo, porque si algo tengo claro es que
llegará ese día. No hay alternativa. Aunque quien tiene la obligación de llevarlo
a efecto se resista a trazar la hoja de ruta que conduce a este fin. Que no
manifieste un mínimo compromiso y peor todavía, se instale en la complacencia.
Volveré a hacerlo para denunciar la
perversión que desde alguna instancia se hace del término inclusión con el daño
que supone.
Creo que no es mucho pedir a los distintos Gobiernos que cumplan
la Ley, o sí, todo es posible. Parece que las leyes se hicieran para que las
cumplan los demás y según de qué se trate, se aplica o no, se penaliza o
tampoco.
En el año 2008, recuerdo una vez más,
el Estado Español asumió la normativa emanada de la Convención de Naciones
Unidas sobre educación inclusiva. Adhesión que implica su compromiso de
aplicación. También lo hizo con posterioridad la Comunidad Autónoma Gallega,
con el mismo compromiso. ¿Sirvió para algo? Pues sí: hubo una estupenda foto de
familia.
Posiblemente algun@s de l@s retratad@s no
supieran para que estaban posando y el resto se les olvidó una vez se retiraron
los flashes. El caso es que 16 años después seguimos igual, o empeorando.
Hay un marco legislativo nuevo,
cierto, pendiente de desarrollo. En Galicia puedo decir que: nuevas
generaciones, mismo sistema. O peor todavía. Ello no impide presumir de unos datos que siendo falsos se trasladan
como ciertos para que el gran público los interiorice como tal; y no hay nada
que reprochar a ese gran público que siendo desconocedor de unos hechos sigan a
pie de la letra lo que el poder mediático, cómplice en la difusión les sirve
con el desayuno: un café, un croissant y mucha inclusión.
Pues no: La educación inclusiva hoy en España, en particular en Galicia NO EXISTE. Es una quimera, y en el momento que se dice que el 95% del alumnado está escolarizado en educación inclusiva se está mintiendo y por extensión se va a lo expuesto antes: se está haciendo un uso perverso del término inclusión, que por otra parte viste muy bien. Tal vez por eso se utiliza con tanta ligereza.
¿Lo es que alumn@s de un cetro específico vayan un día a un espacio deportivo público? parece que también.
¿Lo es que en un centro ordinario alumn@s reciban apoyo en aulas específicas alejados de sus compañer@s de aula? Pues parece que también, aunque puedan estar toda la jornada o casi en un aula aparte.
¿Es apostar por la inclusión restar profesionales especialistas de apoyo en los centros ordinarios?
Todo resulta inclusivo. A partir de
aquí podemos entender el porqué de ese 95%.
Es más, analizando la fórmula se
puede pensar que ese 95 es escaso. Yo hablaría del 99, y tal vez por dejar
algún margen.
D. Robles
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