Hace ya muchos años, cuando era adolescente, estaba de
actualidad en televisión una película de acción de Eliot Ness, con un reparto nada
despreciable: Kevin Costner, Robert De Niro, Sean Coneery …., muy entretenida y
con un fundamento, que salvando las distancias hasta nos puede resultar
familiar hoy en día. Se llamaba, o llama, porque todavía se podrá visionar:
“Los Intocables”
Hoy, en 2025 y con unos cuantos años
más sigo viendo intocables y, a decir verdad, estos ni me gustan ni entretienen.
INTOCABLES: título honorable asociado al estamento judicial. Los intocables de la TV arreglaban sus cosas con una pistola. Estos lo tratan de arreglar vistiendo una toga.
Pues bien; partiendo de la base que aquí, en un estado de derecho que tantas bocas llena hablando de él, ni hay, ni puede, ni debe haber nadie intocable, ¿Cuál es el motivo por el que un togado por el hecho de vestir esa indumentaria no puede ser criticado?
El momento actual requiere una
paradita y pensar bien qué está pasando. Y no es porque pase ahora. Es habitual.
Uno de los nombres propios es el Juez
Hurtado, sí (y hay más, pero hoy toca este).
Con jueces así podemos estar
tranquilos porque la justicia funciona.
A pesar de estos elementos, tengo claro que no debemos dejar de creer y defender la justicia en su conjunto, porque son más, eso creo, los que sí son fiables y serios.
El historial del sr. Hurtado es para enmarcar. El mismo que le tocó enjuiciar piezas de Gurtel o Púnica o ya no sé muy bien cual por el número elevado de causas, ahora resulta que decidió atacar al Gobierno a través del fiscal general y ahí está con esta sarta de improperios que sonrojan al más paciente. Podría relatar y detallar los hechos, aunque no lo creo necesario porque siendo tan reciente quien más quien menos está al día y me extendería demasiado.
Valga destacar que este personaje se empeñó
en trazar un camino y para conseguir su objetivo, sólo acepta como prueba en un
proceso aquello que le resulta factible y deshecha lo que le estorba, aunque
sea lo cierto del mismo.
En esas ocasiones enunciadas con
anterioridad donde parecía más bien un defensor de la causa que el juez de esta
hizo famosa por reiterativa la expresión “pegunta no pertinente” que utilizaba como
pretexto para impedir las preguntas de la acusación. Y ahí está y sigue jugando
sus cartas y de paso influyendo en aquello que le interesa y tal vez pagando
favores.
¿Puede un juez por el hecho de serlo
cometer tales desatinos y no pasar nada? Si esto fuera poco se saca de la
manga un argumentario que sin prueba alguna lo eleva al rango de causa y como
dijo otro ilustre, en este caso del ron y la ginebra: “pa lante”
Vivir para ver. Ver para creer.
Este hombre hace buen honor a su
nombre: “hurtar la justicia”.
Recordemos el origen de este caso: un
delincuente del que apenas se habla porque el interés y altavoz hay que centrarlo
en el fiscal general. Todas las piezas encajan.
“Quien pueda hacer algo que haga” ¿lo recordáis verdad? Pues ahí está.
¿Será esto la mafia de la que hablan
algunos?
Este hombre es uno de los que hace y
¿cómo? Atacando a su gobierno desde la fiscalía. El delincuente de verdad no
importa.
A continuación, emana la fuerza del corporativismo para recordarnos el respeto al juez, a la independencia judicial, y un largo etc. Ya conocido.
Pero ¿de qué respeto hablan?
No hay mayor falta de respeto a la
justicia que la de este personaje y otros de la banda.
Sería más interesante que el respeto
se lo ganen actuando con respeto. Sería más importante que en lugar de tanto
corporativismo limpiaran el sistema judicial de las manzanas podridas que sólo
contribuyen a desprestigiar al resto del cuerpo y sobre todo a quien lo hace
con honestidad y rigor.
Resumiendo, la regla es: tú a mí me
puedes decir o hacer lo que quieras mientras que yo debo mantenerme calladito y
soportarlo. ¿Es ese el respeto que demandan? Pues no: si las das las tomas y te
aguantas.
Interferir en política desde una toga
es intolerable e imperdonable. Confiemos que alguien sea capaz de poner orden
en tanto desvarío.
D. Robles
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