La última sentencia del TS generó y seguirá generando muchas riadas
de tinta. Ante el esfuerzo por modular y disfrazar cuanto se quiera el asunto, incluso
tatar de silenciarlo. Es posible que hayan hecho rebasar un vaso ya lleno.
Ahora falta ver sus consecuencias, si
es que las hay y creo que sí, que tiene que haberlas. Un juez por el hecho de
serlo no es, ni puede ser intocable, aunque haya quien lo crea y actúe como
tal.
Condenan sin sentencia.
Desoyen los testimonios que no
interesan a la causa.
Lo hacen con mucha prisa y en una
fecha simbólica.
Dan crédito a acusaciones que me hago
la pregunta, qué pintan ahí: colegio de abogados de Madrid, “Manos sucias” ….
Cada día que pasa se conocen nuevos
episodios a cuál más interesante y preocupante. Preocupante sí. Estamos
hablando nada menos que de un alto tribunal.
Ahora resulta que tres magistrados imparten un curso a una de las partes
de la acusación durante la causa: los abogados. ¡Qué casualidad! Justo en el
momento en que se está dirimiendo un procedimiento tan delicado y con los
comentarios, que ya veremos si son motivo de demanda. Juzgan revelación de
secretos reveladores de secretos. Un mundo al revés, o tal vez mejor, patas
arriba ¿Curso o estarían poniéndose de acuerdo, ya de paso, en la redacción de
la sentencia previamente anunciada?
Si tenemos en cuenta que ambas partes tienen interés en ella, todo es posible.
Con ja, ja, ja incluido.
Estamos ante una actuación meramente
política. Creo que hoy día se puede afirmar.
Una causa que sólo debiera ser
judicial o en el mejor de los casos ni debiera haber causa por todo lo conocido.
Impartir justicia debiera ser la
única motivación de estos personajes en la atribución de sus funciones. Está
visto que no, que hacen algo más, o tal vez, lo primero lo otro, después ya
veremos. (Quien pueda hacer que haga).
Hoy, pasados ya unos días, este
asunto hace hervir la calle y creciendo, y también se escucha a figuras
relevantes del ámbito judicial escandalizados por una decisión tan controvertida
que no dudan en posicionarse de manera clara. Unos públicamente, otros de forma
más discreta, pero coincidiendo en el análisis: esto es un escándalo. Se pueden organizar algaradas en forma de
manifestación o concentración de fin de semana o lo que fuere para desviar la
atención, pero la gravedad del asunto sigue ahí.
El auto sirve para seguir con la hoja
de ruta trazada. Los altavoces políticos se lanzan en barrena a la caza del
tesoro.
Piden respeto quienes no hace mucho
tiempo tildaron de “cáncer” a un alto tribunal cuando dictó una sentencia;
ajustada a derecho pero que no era coincidente con su gusto e interés. Hablan
de colonización de las instituciones quienes las controlan por la puerta de
atrás como bien dijeron ellos mismos. Saben bien cómo funciona la colonización:
son expertos en esta praxis. Ahora bien, cuando se pregunta por este desliz
responden que se está manipulando. Es decir, una serie de desatinos difíciles
de digerir.
Todo esto, claro está con un epicentro:
Madrid, epicentro del nacionalismo más recalcitrante, complejo y peligroso que
vive España en este momento. Nacionalismo encabezado por un clan agitador sin
escrúpulos. Y aquí vuelvo a un comentario anterior: “haré lo que me venga en
gana y aquel o aquella que trate de impedirlo o denunciarlo me lo cargo” a los
hechos me remito. Este es el modus operandi propio de una mafia, liderada por
un personaje muy mediocre. La limitación o ausencia de neuronas como es habitual se sustituye con gritos, bravuconadas o tierra quemada; así
escuchamos día tras día discursos hablando de dictadura, guerra civilismo y
otras barbaridades a cuál más delirante. Eso sí, con poses al estilo Hollywood,
propios de actriz fracasada.
Ahora bien, estamos en una democracia
cuando una sentencia como esta favorece sus intereses. ¿En qué quedamos?
Una judicatura que todavía, hoy en
día, no sabe quién es M. Rajoy. Una fiscalía de Madrid que todo apunta que es
el origen, en connivencia con el amigo del whisky de este complot y por
supuesto, visto lo visto con miembros del TS. Una fiscalía que miró para otro
lado y no quiso investigar los fallecimientos de las residencias. Sí, los 7291.
Y otros casos. ¿Hablan de dictadura?
A partir de aquí es comprensible lo
que está pasando con los servicios públicos en Madrid, que ¡ojo! puede
extenderse si no queremos verlo. Hay que arrinconar la educación pública. La
educación en general. No interesa nada que la educación funcione, que la
cultura adquiera el papel relevante al que cualquier sociedad que mire al
futuro debe aspirar, porque sabido es que cuanto menos conocimiento haya en la
calle más fácil resulta mentir, engañar y ser aplaudidos por sus gritos
alejados de cualquier razonamiento lógico. Populismo en estado puro. Hay
sentencias que sentencian sí.
El TS está sentenciado, ahora sólo
falta ver cuando es condenado.
Y aquí me apunto al: "quien pueda hacer
que haga". Que haga lo necesario para limpiar la justicia de los tentáculos de
la mafia.
Acabar con la endogamia judicial es
una prioridad.
D. Robles
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