Llega septiembre, esa frontera entre el descanso estival y el
reinicio de la actividad cotidiana (quien puede).
Una vuelta al cole para los niños, los menos niños y quienes
dejamos de serlo, al menos en edad cronológica. Si nos fijamos en la conducta,
tal vez hubiera que repensar.
Todo parece estar igual, o casi, que en el mes de junio:
mismos líos, mismos discursos – mensajes, mismos ahogos económicos, aunque haya
quien se empeñe en tratar de convencernos que ya no. Según dónde, los osos
siguen avanzando en su colonización del hábitat humano, escoltados por el
ejército pro – oso. En definitiva, casi todo igual.
Una novedad altera nuestra atención. Los efectos de la guerra
siria y la migración masiva a la vieja Europa. Conocemos y seguimos la situación
y también las idas y venidas de los gestores de lo público, responsables de su
gestión.
Como siempre, faltos de capacidad de reacción en tiempo y
forma, mueven ficha obligados por las propias circunstancias.
Cuatro años después de desatada la beligerancia se dan cuenta
que hay que intervenir para parar tal desbarajuste. Aun así tardarán en ponerse
de acuerdo tanto en el cómo como en el cuándo. Mientras tanto más muerte, más
masacre, más destrucción, más migración, más de lo mismo.
¿Recuerdan cuándo reaccionó occidente al problema del Ébola?
Sí, cuando tocó carnes propias, hasta entonces parecía ser un problema de
“negritos”
En este caso, otro capítulo de la misma serie.
Gentes que huyen de la muerte y la destrucción, y que en su
huida lo mismo encuentran algún escenario de acogida, los menos, que un
ejército apuntando con la escopeta y al parecer dispuesto a todo: un sinfín de
despropósitos.
Voces que alertan y temores a que en medio de la riada humana
se cuele algún loco irracional de esos que no es necesario calificar. Todo es
posible, ¡cómo evitarlo!
Cabe esperar que apliquen medios suficientes para filtrar tal
posibilidad. Pero esto no puede hacer que miremos para otro lado y que no
estemos en condiciones de dar respuesta humanitaria a gente que atraviesa un
auténtico calvario.
España parece que va a acoger unos 17.000. Empezaron siendo
2.000, después no sabemos y al final ya veremos, pero esto hay que tomarlo como
anécdota porque Mariano es así y a estas alturas del curso, aunque sea
septiembre no lo vamos a cambiar. Ayer día 11 un miembro destacado del PP –
Javier Maroto- nos alertó de la cantidad tan alta de yihadistas que estaban
entrando en Europa: no sé bien si fue fruto de los nervios de su boda inminente
o que un momento de lapsus le hizo pensar que seguía gobernando Zapatero y tocaba
dar estopa, el caso es que raudos y veloces, sus jefes de fila salieron a
desautorizarlo.
También observamos cómo hay países cerrados a colaborar, y en
este caso no sé bien si sería bueno considerar la posibilidad de retirarles el
acta de la Unión. No son insolidarios
con una causa, lo son también con sus socios de viaje. En fin, es un
planteamiento sin recorrido pero queda dicho.
Sólo espero que la distribución de las personas se haga con
sentido lógico y criterio humano y humanitario y no bajo el concepto de cuotas,
cuan si de productos se tratara. No les sorprenda, más de una autoridad es la
matemática que usa y entiende.
En este escenario no debemos dejar de considerar lo que esta migración puede suponer más allá del hecho en si mismo. En la medida que siga en los términos actuales puede suponer a futuro un cambio sustancial en la sociedad europea, tengámoslo en cuenta.
Hace doce años, en las Azores se escenificó la intención de
pacificar el mundo y decidieron, aquellas lumbreras, atacar Irak. Los argumentos
esgrimidos entonces, muchos sabíamos que era la disculpa para intervenir y los
motivos eran muy distintos a los expuestos. Los hechos lo avalan y el resultado
de todo aquello lo estamos viviendo y sufriendo.
¿Hay responsabilidades? Pues claro. ¿Se asume alguna? Ya lo
ven.
La sociedad que habitamos está podrida y la gente normal y
digna, a la par que sobrevive y funciona con lógica humana y humanitaria sigue
sosteniendo y manteniendo la herrumbre y podredumbre del sistema.
D. Robles
No hay comentarios:
Publicar un comentario