domingo, 20 de noviembre de 2016

EL PLANETA SE MUERE

Entre todos la mataron y ella sola se murió.
Bien pudiera ser el epitafio de una defunción que se me antoja probable. 
Preocupante el futuro que le espera a la casa común de los mortales: La Tierra.

Todos los expertos nos advierten desde hace tiempo de las consecuencias devastadoras de la sinrazón de los racionales que habitan el Planeta, manteniendo como invitados oyentes al resto de habitantes de la casa, no en vano se consideran irracionales. 
Estamos situados en un escenario que dominan aquellos individuos capaces de ver y actuar sólo en función del color y valor del billete de turno, donde el ansia y avaricia dominan los bajos instintos que superan con creces la mínima humanidad exigible, de la que sólo deben conocer el traje al que se suben cada día.

Cumbre en Marrakech, una más, ¿para qué? Para justificar que van a tratar de poner freno a un rumbo destructor y que todo siga igual. Los medios de comunicación, afines y pagados se encargan de ejercer de altavoces y trasladarnos la imagen y versión que interesa. El dinero es más importante que la vida. Pareciera que estos “ejemplares” viajaran a otro planeta para dar continuidad a su mísera existencia. Con el tiempo todo será posible ¡quien sabe!

Para muestra de voluntades sirvan algunos ejemplos que dan luz a las intenciones. Recordamos las manifestaciones al respecto de nuestro Presidente y también las del actual portavoz parlamentario del mismo grupo, Sr. Hernando. Toda una escenificación de sensatez, rigor, conocimiento y voluntad.

Una forma de administrar ese discurso y su gestión, tiene como consecuencia hechos tan relevantes en la preservación del medio ambiente y por extensión la vida misma, tales como la prohibición del desarrollo de las energías limpias: campo en el que España es pionera, (así se reconoce en el mundo) y un territorio que podría llegar a la autosuficiencia si rigiese un mínimo de sentido común, y el objetivo fuera otro que preservar la caja. 
La ciudadanía al servicio de la economía, nunca la economía al servicio de la gente, este parece el horizonte.
Por si esto fuera poco, tienen la lucidez de fabricar normas que sancionan y condenan a quien de forma autónoma y para uso propio decidiera recurrir a esta provisión energética.

Cuando el dinero es un fin, en lugar de un  medio, la caja se convierte en objetivo prioritario a preservar,  en este caso la caja de las eléctricas, sea cual fuere el origen de esa energía que nos obligan a consumir: obligatorio, pasar por caja.

Hemos de ser pesimistas en la medida en que quien tiene potestad para tomar decisiones es quien es, y no nos demos cuenta que el discurso que nos presentan es interesado y no siempre cierto: les importa un pepino la vida del planeta, la vida de todo y todos, mientras la caja funcione.

En África se puede destruir un territorio estrujando y explotando a la gente nativa. No importa mientras la caja funcione. Selvas y sabanas convertidas en cotos privados de caza para disfrute de algunos capos que de vez en cuando vemos en una foto presumiendo de trofeo exótico. Poco importa si la especie  abunda o se extingue. La caja y el ocio funcionan y eso es prioridad a preservar.

La Amazonía es un pulmón. Lo sabemos, pero puede ser un paraíso urbanístico de gran importancia turística. Transformar bosques milenarios en exóticos campos de golf y torres de recreo puede resultar de interés prioritario para el desarrollo económico. Si en ese espacio habitan poblaciones indígenas, siempre se les puede invitar a irse, y si no aceptaran se elabora una ley que faculte a los sabuesos del dólar a obligarles. Todo se hará en nombre del progreso, es decir, de la caja. Ya se encargarán los altavoces mediáticos propios y afines de comunicarnos las buenas nuevas, y cuánto representa para el progreso iniciativas de este calado.

El oro negro sigue siendo el rey con todo lo que supone a nivel medioambiental mientras que las diferentes alternativas no pueden prosperar porque pueden amenazar la caja y el orden establecido.

El mar seguirá asumiendo ser el basurero de grandes compañías y no tan grandes.

Por añadidura, quienes observamos el panorama desde una falsa lejanía, y digo falsa porque unos cuantos kilómetros en este campo, es nada; lejos de reflexionar sobre la bondad o maldad de los proyectos comunicados, nos limitamos a leerlos y en todo caso valorar de forma favorable aquello que nos presentan como tal, aunque sea la antítesis de las bondades que nos trasladan y tratan de convencer.

Añadamos un elemento más al pesimismo: un país con el peso de EEUU, el más poderoso, va a ser gestionado por un energúmeno cuyo parecer al respecto es sobradamente conocido. Lo preocupante de este caso es que no sólo afecta al clima.

China en el otro lado del tablero, empieza a darse cuenta y probablemente sea el país que en la actualidad más se está esforzando en preservar el medio ambiente. No deja de ser tan curioso como importante si tenemos en cuenta el volumen de población que mantiene y lo que, cada vez más, representa en el contexto mundial. ¿Será suficiente? Probablemente no.

En resumen, la generación a la que pertenezco es probable que no escriba el epitafio, pero habremos dejado seguro, el terreno muy bien abonado.

                                                                                    D. Robles   

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