miércoles, 13 de febrero de 2019

TODO POR UNA BANDERA


Tres eran tres, las hijas de Elena. Tres eran tres y ninguna era buena.
Así versaba aquella popular serie de Jaime de Armiñán de los años 70.
Tres son tres, los que Armiñan hoy dibujaría cabalgando sobre una bandera que asumen como propia y exclusiva.
Semana calentita la que dejamos atrás, más por interés de sus señorías, y alguna que no lo es, que por los hechos propios a los que se pretende dar relieve.

Hace unos años era el País Vasco y ETA el foco de acción del Partido Popular. La baza a utilizar para atacar al Partido Socialista.
Recordarán ustedes cuando se vendía Navarra, cuando se cedía al chantaje de los terroristas y un largo etc., que  hoy se reproduce bajo el epicentro catalán.
Era una época en que se pasaba de hablar de banda terrorista a Movimiento Vasco de Liberación Nacional cuando llegaba al Gobierno el propio PP.
Etapa en que se acercaban presos vascos para que estuviesen más cerca de la Audiencia Nacional, mientras que era cesión a la banda si era el PSOE quien hacía algún movimiento. 

A la negociación se llamaba "explorar vías para acabar con la violencia". Cuando el PP excarceló etarras no se traicionaba a las víctimas, y un sin fin de ejemplos que ponen de manifiesto el ADN de unos y otros.
Hay que reconocer que en este sentido el PSOE siempre fue más leal. Los hechos y datos lo avalan. El PP siempre jugó muy sucio y sin escrúpulo alguno.
ETA se acabó, no hubo chantaje ni tampoco se vendió Navarra, hasta donde sé, pero como vivimos en un país donde no puede reinar la tranquilidad, emerge el conflicto catalán y ya estamos enredados en el mismo sanedrín y con el mismo discurso.

El PP perdió el Gobierno por los hechos conocidos. Cuando la Justicia habló y lo hizo tan claro, se acabaron las contemplaciones. Todo lo demás está bien para decorar la oratoria.
El PP regresa al pasado con Pablo Casado y busca sacar tajada de la algarada. En este caso, a diferencia de etapas anteriores, con la competencia y a la vez complacencia de otros dos gallos en el mismo corral. Algo nuevo que no saben muy bien como gestionar para situarse y llamar la atención.

Ahora está en venta la unidad del Estado, una venta como la de Navarra, pero hay que azuzar a quien está dispuesto a morder y tragar sapos si fuere necesario con tal de ondear una bandera.
Lo hacen de la peor forma posible, de forma barriobajera: mintiendo, insultando, encendiendo a la gente, porque saben bien que les resulta fácil calentar a unos cuantos.

Antes era uno, después fueron dos y ahora son tres. Tres son tres, los hijos de J. M. Aznar y quien sabe si nacerá alguno más, porque a la gran algarada del domingo día diez no se subió sólo C´S y VOX, también lo hizo otras formaciones del mismo espectro, aunque haya quien a la vez que está quiere no estar y le den miedo las fotos.
La bandera española no fue la única que ondeó. 
Un popurrí que va situando las cosas y poniendo a todo el mundo en su sitio por mucho esfuerzo que se haga en despistar.

Al fin de fiesta no podía faltar el toque de la comunicación. Tres periodistas encargados de leer algo que llamaron manifiesto pero que no pasó de ser un alegato de falsedades cuyo objetivo es movilizar al personal de la mejor manera que saben: mintiendo, asustando y provocando miedo.

¿Qué puede pasar a partir de aquí? Ya veremos, pero ante unas hipotéticas elecciones generales todo va a depender de la movilización o no del espectro de la izquierda. Si esta es alta el resultado es claro. Si deciden quedar en casa el resultado también será claro.
Para ello la izquierda, no tiene un adversario sólo en la derecha, lo tiene también en la propia izquierda con los galimatías que organizan.
Veamos al PSOE con las viejas glorias ayudando. El grupo de los llamados "Susanitos“ Pero esto requiere un capítulo monográfico.

La movilización del domingo día diez, más allá de las cifras de unos y otros, está claro que no respondió a las expectativas que se habían puesto en ella. No hay más que leer la letra pequeña de quienes la organizaron aunque se afanen en darle un valor que no tuvo.
Ahora las preguntas son varias y diversas, pero, ¿será que la gente está harta de tanto barullo? ¿Será que la gente se da cuenta de las mentiras que envuelven estos manifiestos?
En el conflicto catalán hay líneas rojas que no se van a rebasar y eso es lo que hay que poner en valor, el resto: ruído, barullo, barro. 
Sólo cabe esperar que quien provoca tensión y fango termine en el fondo del mismo.

                                                         D. Robles

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