“Debacle del Estado de la Nación”. Este es el título que le sugiere
las jornadas parlamentarias de los días 25 y 26 de febrero a uno de esos
cronistas que a través de sus viñetas dicen tanto con tan poco y siempre aciertan.
Uno de esos comentarios revestidos del toque de humor, tan
necesario y que, trasladado al caso, es como debemos interpretar este tipo de debates
parlamentarios, entiendo.
Reconozco que escuchando a mi Presidente, dudé por un momento
si realmente vivo en su país.
Considero lo más acertado de la sesión el comentario hecho
por un parlamentario: “1, 2, 3, despierte Sr. Presidente…..”
Uno más, uno de tantos shows que más bien parece, como bien
apunta el cronista mencionado un debacle que un debate. Un palabrerío más preocupado
en convencer a la audiencia, por cierto, cada vez más escasa, de lo mal que lo
hacen los otros.
Si me baso en el discurso de nuestros “responsables”
públicos, no soy capaz de llegar a la conclusión de saber, si nuestra situación
es buena, mala, regular, o ninguna de las tres.
Más de lo mismo, para
quien gobierna, todo o casi todo bien, para quien no, todo o casi todo mal.
La Carrera de S. Jerónimo es más una jaula de grillos que un espacio
destinado a solucionar problemas de la ciudadanía, es más, por si fuera poco en
más de un caso los crea, a los hechos me
remito.
Les aseguro que para el próximo año vamos a recibir anuncios
de una cierta relajación en la presión fiscal y otras, hasta puede bajar algún
impuesto, ¿Por qué? ¿Habrá por casualidad elecciones?
Tendrán ustedes ocasión de escuchar anuncios a través de
discursos tan cuidados como elaborados para convencernos de lo blanco que está
lo negro, ¿Qué ocurrirá el día después, si el resultado fuese el que esperan?
Se lo puedo adelantar sin temor a equivocarme.
En esta ocasión escuché a mi Presidente anunciar la
aplicación de una tarifa plana de 100€ de cotización para las empresas a la Seguridad Social para un tipo de
contrataciones, así como una actuación en materia de IRPF de exención para
quienes ganen menos de 12.000€ al año. Grandes anuncios, que a poco que se
observe la letra pequeña inmediatamente surge una pregunta ¿Pensará el Sr.
Presidente que sus gobernados somos menores de edad? ¿Es posible que no le
produzca pudor hacer tales manifestaciones y anuncios con tal ímpetu y
convicción? Seguro que no, ¿Por qué? porque para dar tal pudor es
imprescindible tenerlo, pudor u otra cosa.
Pues bien, aquello que mejor debemos hacer, es tomar esta
escenificación con humor y no prestarles demasiada atención, los hechos ya no
merecen nuestro cabreo. Lo que si merece, es nuestra reacción, ¡a ver si nos
enteramos!
Si realmente queremos conocer el Estado de la Nación no hay
mejor debate que fijarnos en nuestro día a día, ver todo aquello que nos rodea,
la situación de tantas y tantas personas, tantas familias, tantas empresas,
etc. ¡Ojo! No es lo mismo mirar que ver; ese es el mejor reflejo del estado de nuestra
nación; no el que nos cuentan desde un escenario siguiendo un guión Holliwoodiano.
Es bastante fácil concluir lo comprensible que resulta observar
como nuestros políticos han perdido tanta credibilidad, que según de quien hablemos se puede decir que toda.
D. Robles
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