Hay características que definen a los pueblos, bien sea por
su educación, por su cultura, bien por lo que se da en llamar su ADN, etc. El
caso es que, los españoles formamos parte de una sociedad que dentro de los
muchos valores que nos definen, hay uno al que hoy quiero dedicar un tiempo.
Un gen que nos destaca, el solidario. Somos un país muy solidario, lo demostramos
continuamente y en momentos difíciles, como el actual es esta solidaridad la
que está haciendo de cuidado paliativo ante el drama en que estamos sumergidos
y quién sabe si motivo por el cual no hubo ya más de un susto.
Esa solidaridad que nace de las entrañas de forma espontánea
y altruista; esa que se ejerce al margen de publicidades y conocimientos
generales, es la que nos define como pueblo.
¿Hay otras formas de ser solidarios? Sin duda, y estas otras
variables son las que me llevan a la reflexión de hoy.
Son muchas las organizaciones vinculadas al ámbito social que
requieren recursos para poder desarrollar proyectos en favor de aquellas
personas que necesitan apoyo, necesitan ayuda, necesitan nuestra solidaridad.
Estos recursos tienen muy diversos orígenes. Uno de ellos proviene de la
iniciativa privada. Grandes Empresas, Grandes Corporaciones, Grandes Fortunas
deciden aportar algo a alguna causa.
Podría ser una forma de devolver a la sociedad una parte de
lo mucho que esa misma sociedad les da.
Es loable que quienes mucho tienen contribuyan de alguna
manera al sostenimiento de una parte de esa sociedad.
Esta forma de practicar el compromiso social no está exenta
de que, según de quien hablemos nos puede plantear algunas preguntas.
Todo cuanto observamos en este capítulo ¿tiene un componente
de compromiso social solidario o puede ser otra cosa?
Hace algún tiempo me llamó poderosamente la atención, cómo
una Monja que está al cargo de una organización social y por tanto no sobrada
de recursos rechazó una contribución económica a cargo de una de estas grandes,
alegando con toda claridad que no quería ni un solo euro cuyo origen proviniese
de la explotación de personas (algo debía saber). En el mejor de los casos bajo
condiciones donde no se respetan los más elementales derechos humanos.
Persona valiente y clara. Decisión que invita a pensar.
Pensar si este tipo de contribuciones son realmente
solidarias. ¿Puede darse el caso que obedezca a un intento de lavado de imagen?
Todo es posible, ¿Por qué no?
Tras la aprobación de la Ley llamada de la Dependencia hubo
un cierto movimiento de aproximación hacia organizaciones sociales por parte de
grandes empresas, abriendo su puerta a colaboraciones y apoyos de distinto
nivel. La Ley iba a generar un nicho de recursos importante, antes que el
actual gobierno decidiese matarla. ¿Se está tratando de abrir una puerta al negocio?
¿Puede ser éste un interés solidario interesado?
Un análisis que nos acerque a este tipo de prácticas puede
llevarnos a concluir que no todo vale y preguntarnos si todo debe ser aceptable
y aceptado.
Volviendo al ejemplo, ejemplar, de la monja y trasladando la
idea a un campo paralelo, el del consumo. Todos somos consumidores y como tal,
¿Somos responsables cuando adquirimos productos que sabemos de su origen de dudosa ética profesional? Es más,
¿Somos conscientes que con ello estamos contribuyendo al mantenimiento e
incremento de la explotación humana (infantil) en beneficio de unos pocos, que,
eso sí, de vez en cuando se sienten solidarios? De estas prácticas surgen grandes
fortunas. Pero hoy toca el campo solidario.
Un gran contrapunto entre el practicado por el conjunto de la
ciudadanía y estas otras posibles formas de su manifestación.
Vinculado a esto aunque no es de consideración solidaria y
bien podría serlo debo decir que nuestro ordenamiento jurídico recoge que
aquellas empresas con más de cincuenta trabajadores deben tener un porcentaje
de los puestos de trabajo reservado a personas que tienen una dificultad específica,
como es el caso de las personas con algún tipo de discapacidad. Esta opción puede
ser sustituida por una contribución a un fin social.
También la Administración ha de reservar el 7% de las plazas
a la misma causa. ¿Se cumplen estos requisitos legales?
Para empezar hay que decir que quien primero incumple la
norma es quien la elabora, es decir, la Administración.
Cuando una gran empresa decide contribuir a una causa social
aportando ciertos recursos para el desarrollo de algún proyecto, después de lo
expuesto es inevitable que surjan dos planteamientos:
Primero: Objetivo de colaboración sin más. En este caso sólo cabe dedicarle aplauso y apoyo y esperar que obtenga retorno, sea vía reconocimiento o el que proceda.
Segundo: Que sea para ejercer ese lavado de imagen; que sea buscando
un interés, bien económico u otro. En
este caso creo más interesante solicitar
que se abstengan de este uso solidario y que sí lo sean en su día a día,
respetando a las personas como lo que son y no como siervos a su servicio,
proveedores de patrimonios que por si no se dieron cuenta, van a quedar aquí,
puesto que su futuro va a ser el mismo que el de sus sirvientes y no creo que
sus influencias lleguen a hacer que su fortuna, o tal vez sería más propio
decir, su miseria les acompañe al más allá.
Son sobradamente conocidas las condiciones laborales a que
están sometidas muchas personas, sea en Asia, Latinoamérica, etc., donde no se
respetan los más elementales derechos humanos y no sería exagerado decir en
régimen de explotación pura y dura para que titulares de grandes corporaciones figuren en las listas Forbes.
Son respetables y merecedoras de admiración aquellas personas
que con esfuerzo, sacrificio, arriesgando recursos, etc., consiguen generar
grandes compañías, múltiples puestos de trabajo, etc. Más, si ese resultado se consigue
con honestidad.
Es fácil ver cómo estos casos representan a personas que a su vez sí son solidarias.
No es menos cierto que hay grandes marcas en el contexto
internacional que me pregunto si su cuenta de resultados responde a esta última
opción o a la referida con anterioridad.
Hilando lo expuesto con el principio llego a la siguiente
pregunta: ¿Deben las organizaciones sociales abrir sus puertas a toda
contribución que llega, sea cual sea su
origen y fin?
Tal vez esa Monja nos esté indicando un camino a seguir
D. Robles
No hay comentarios:
Publicar un comentario