Pues sí, “Hacienda
somos todos”: Esto es lo que nos dicen, y a poco que reflexionemos nos hemos de
dar cuenta que es así. Lo que no se dice es en qué medida lo somos, todos y
cada uno.
Si analizamos el
concepto en su sentido más básico, pienso que haya pocas personas capaces de no
interiorizarlo, asumirlo y comprometerse con él.
Hacienda, es el recaudador de impuestos, la caja del Estado, que hace acopio de recursos que después distribuye, y sirven para poder tener y mantener los servicios públicos, básicos e indispensables que hacen que una sociedad avance de una forma racional, equitativa, solidaria, etc. Han de servir para cubrir las necesidades de la ciudadanía en general.
Si esto es así. Solamente aquellos individuos egocéntricos e
insolidarios que no ven otra cosa más que su ombligo, están en disposición de
vulnerar tal principio y por tanto, no cumplir con él.
Nuestros impuestos sirven para tener sanidad, educación,
seguridad, comunicaciones, transporte, etc.
Cuando hacemos uso de alguno de estos servicios, o de todos,
sin un coste adicional, es muy común interpretar y afirmar que ese servicio es
gratuito, cuando esta percepción es un abultado error de consideración, dado
que lo estamos pagando a través de esos impuestos, de esa “Hacienda somos
todos”, luego nadie debe decir que tenemos servicios gratuitos. ¿Hay
excepciones?, es posible, pero la regla es la regla y la que debemos considerar.
Lo expuesto hasta aquí es lo que debiera ser, entiendo, y
también que, quienes en cada momento concedemos la responsabilidad de gestionar
esos recursos, lo hicieran de una forma seria, rigurosa y honesta.
Ahora viene otro apartado: ¿Qué se hace con nuestros
impuestos? ¿Sirven y cumplen fielmente el objetivo de su recaudación? Cada
cual, extraerá la conclusión que crea.
La mía es la que expongo a continuación:
Considero que formo parte de ese gran número de personas que
no le da lo mismo todo, que le preocupa lo que hay a su alrededor, que le
preocupan los demás, puesto que parto de la convicción de algo tan sencillo
como que el entorno que me rodea forma parte de mí y yo parte de él, luego no
me debe ser ajeno.
No me preocupa pagar
impuestos, es más, creo que debo hacerlo, de manera justa y equitativa a mi
realidad, por supuesto, de la misma manera que debiera ser religión para todos;
pero, ¿Es así?, pues no, y si no lo es ¿Se puede entender que la gente se
revele?, entiendo que es más que legítimo.
A veces, la Ley no es razón, es sólo ley.
A veces, la Ley no es razón, es sólo ley.
Un contribuyente cuyos ingresos provienen de su nómina ha de
pagar “x”, lo dice la ley, y también hay que decir que va a ser difícil que se
escape 1€ de su contribución, mientras que un acaudalado del IBEX 35, pongo por
ejemplo; uno de tantos donde elegir, bien a través del impuesto de sociedades, bien
por medio de las SICAV, o cualquier otro subterfugio, que con carácter legal,
otorgado por el poder establecido, que al fin y al cabo son los mismos, pueden
contribuir pagando un 1%,(de lo declarado) a lo que hay que añadir lo que exportan
para no pagar nada, porque pueden.
Veo estos días a una tal Ferrusola a quien esa Hacienda le
debe devolver 2100€, más o menos, mientras que un joven parado debe pagar 1800
por ese IRPF.
Paso a creer que tenemos
un sistema con enormes desajustes. Aquí hay algo que está fuera de su sitio.
Algo que no está bien, puedo incluso llegar a la conclusión que a mí como
ciudadano normal me están estafando, quién sabe si robando, de forma legal eso
sí, para hacer uso de mis recursos no para el fin que debieran y reflejo en la
primera parte, sino más bien para mantener el abuso de unos, la desvergüenza de
otros, la avaricia de todos ellos y el uso desmedido y fraudulento de unos
depravados dirigentes sin escrúpulos que son capaces de modificar leyes si
fuera preciso para facilitar el desaguisado. Entre tanto, esos servicios financiados con estos impuestos se ven menguados de recursos y con dificultades
de mantenimiento. Es decir, ahora pago impuestos para tener unos servicios que
puedo no tener, y no por falta de esos recursos como nos tratan de hacer ver
sino por otros motivos bien diferentes.
Con nuestros impuestos
se llevó a cabo el proceso denominado de saneamiento del sector financiero, tras el
crac causado por la impecable gestión de sus dirigentes, que para mayor inri
salieron de sus puestos: con los bolsos llenos, las entidades vacías, nuestros
impuestos a disposición del difunto, y una vez resucitado, regalarlo o casi a otros depredadores del
sistema.
Luego: ¿Hacienda somos todos?, ¿O más bien muchos somos la
Hacienda de pocos?
Ante este panorama, entiendo y justifico a quien se niegue,
como acto de rebeldía, a pagar
impuestos, aunque creo que el camino más adecuado no es renunciar a este deber.
Veo más coherente, aunque también más complicado, tomar conciencia suficiente
para sacar de nuestros telediarios a tanto “mangante” que hay, viviendo a
nuestra cuenta y facilitando la perversión del sistema.
Por si fuera poco, con el sello Gobierno de España, nos
deleitan con anuncios publicitarios para convencernos del pago de IVA ¿Lo
recuerdan?, ¡Hay que tener valor!
D. Robles
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