domingo, 26 de abril de 2015

¿UN ASUNTO PARTICULAR?

Se desmoronan los mitos. Aquellas figuras de nuestra historia reciente que emergieron como grandes salvadores, insuperables gestores y adalides milagrosos.
Imagen viva de aquel milagro que iba a ser estudiado en alguna universidad. Aquella bonanza que, quien algo sabía ya anunciaba sus consecuencias, pero que también, fruto del resultado inmediato cegaba a propios y extraños.

Hemos de seguir pensando que el tiempo coloca las cosas en su lugar, aunque también es cierto, que alguna llega demasiado tarde y con víctimas en su recorrido.

Me resulta decepcionante ver, cómo conociendo a día de hoy los hechos que marcaron una época, sigue habiendo quien pueda reivindicar aquellos momentos y esas figuras, que bien se podrían definir como padres de la cultura del pelotazo, y la corrupción en los términos que se conocen hoy. Es posible que sea como consecuencia de hacer uso de una de dos opciones que tenemos: “vivir informados o ser felices”.

Es frecuente comprobar cómo quien se prodiga en instruir conductas, suele ser quien más tesoros tiene que guardar. ¿Recuerdan a un tal Granados?

Analizando la historia reciente en este campo, me cabe una reflexión: como toda banda tiene algún jefe, ¿Qué tendrá que pasar para que “caiga” el de ésta?

Ahora me voy a permitir analizar la respuesta y versión oficial de los hechos.

La Vicepresidenta y Portavoz del Gobierno preguntada por el último caso, tras un “rato” responde: es un asunto particular, ya no está, es algo personal, no tiene que ver con nosotros, respetamos la justicia, etc., sólo le faltó decir que no lo conoce.

Recordarán seguro, su discurso cuando se refirió a Monedero, cuyo caso tiene el mismo parecido a los actuales que un bikini a una sotana.
Dijo: “si todos los españoles hiciésemos lo mismo ¿quién iba a pagar la sanidad, la educación”, etc.? La pregunta tiene guasa viniendo de quien viene con lo que están haciendo.
Con tantos asuntos particulares que tiene en casa la Sra. Vicepresidenta, y  los que hay a su alrededor, sí que va a ser un problema asumir ese coste.

Entre todos ellos, repartidos a lo largo y ancho de España y los personales de Al Ándalus, el “surtidito Cuétara” está servido.

A partir de aquí, ustedes sabrán si prefieren seguir degustando “Cuétara”, o tomar otro aperitivo. Después nos quedan dos opciones: ser consecuentes o no quejarnos.


                                                     D. Robles

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