Estimado Sr. Iglesias Turrión:
No deja usted de sorprender al populacho.
Irrumpió en la escena pública imprimiendo un halo de aire fresco y esperanza en medio de tanta desazón y necesidad que se pulsaba en la sociedad por ir jubilando a los de siempre, que por méritos propios se subieron al altar de la vergüenza, y según el caso, de la delincuencia y abuso. Nos tenían más que aburridos sin alternativa posible en el horizonte.
Irrumpió en la escena pública imprimiendo un halo de aire fresco y esperanza en medio de tanta desazón y necesidad que se pulsaba en la sociedad por ir jubilando a los de siempre, que por méritos propios se subieron al altar de la vergüenza, y según el caso, de la delincuencia y abuso. Nos tenían más que aburridos sin alternativa posible en el horizonte.
Ha conseguido algo muy importante: revolver el gallinero, obligar a
cambiar el paso a uno pocos y la necesidad del sector económico de crear otras
vías alternativas a su predicamento en alza. Es mucho, he de
reconocerlo. Gracias a ello, en este
país desde el 15M para acá, algo empezó a moverse, y mucha gente salió del
letargo acomodaticio que le caracterizaba.
Buena prueba de ello: el resultado de las últimas elecciones y la
canalización de ese gran descontento que hay que saber gestionar y no le veo
buen pulso.
Desde el 20D a nuestros días vengo observando una puesta en escena que
lejos de sentirme identificado con ella, le veo unos "tics" que me preocupan
profundamente.
Sr. Iglesias. ¿Cómo puede usted atribuir a otros actores, el Sr. Sánchez
por ejemplo, soberbia y prepotencia?
Sr. Iglesias: esto es justo lo que usted desborda desde que sale el sol
hasta que se pone. Siempre tuvo esa tendencia, le escuché en alguna ocasión
reconocerlo. Pero en los últimos tiempos le veo sencillamente “desbocado”
Alguien que se postula a presidir un gobierno debe controlar esos
impulsos ineludiblemente, no basta con reconocerlo. Dicho de otra forma: quien
no es capaz de dominarlos no está en condiciones de optar a tan alto cargo.
Es posible que le hayan desbordado los acontecimientos, no lo sé, pero
sea cual sea el caso, para estar ahí hay que tener cuajo y gran dosis de sabe
estar.
La unión con Pedro Sánchez, que dice pretender, y sería la más natural
del momento dadas las circunstancias y escenario, la está desnaturalizando
usted y he de decirle, que al igual que en otras ocasiones critiqué a Pedro aptitudes
que no me parecían correctas, en este caso está jugando a una altura muy
superior a la suya.
Tal vez su entorno más próximo le vea como ese líder sólido sobre escenario
adecuado.
Le puedo asegurar que ese entorno
no le va a hacer ganar unas elecciones, y quien sí lo podría hacer empieza a
verle con cierto recelo. Tanto, que me atrevo a aventurar que si lo que persigue
es una nueva contienda, es muy posible que la audiencia acabe cortándole la
coleta.
Usted sabrá Sr. Iglesias. Pero quienes vemos el partido desde la grada,
nos damos cuenta que un penalti no se puede pitar en el centro del campo, y que
los jugadores que se extralimitan en sus acciones terminan fuera del terreno de
juego.
Esa atalaya, a la que me subo de vez
en cuando para observar el ambiente que se respira a su alrededor, me indica
que los últimos movimientos están
provocando un Sánchez al alza y un Iglesias a la baja.
A veces, alumbra más luz el viejo por
serlo y haber vivido que los datos estadísticos que proveen algunas encuestas.
¡Cuidado! No vaya a haber sorpresas
imprevistas.
Usted no puede presentarse, Sr.
Iglesias, como hizo, anunciando aquella propuesta de gobierno, en los términos
y momento elegidos. Hizo cambiar el paso a más de uno. Sí, ¿y qué?
Tuvo un buen resultado electoral, es
indudable, pero no el suficiente para actuar como lo hace, y observando lo que
observo, me atrevo a añadir que ¡menos mal!
No puede pretender marcar el terreno
de juego como intenta; mejor dicho, no debiera, porque hacer si lo hace. No
debiera actuar con esa sobre-exposición, prepotencia y soberbia que hace, y por
añadidura aplicar al Sr. Sánchez tal mérito.
Esto Sr. Iglesias, es lo que hace la
vieja política que usted dice combatir y que puedo estar de acuerdo, pero no
para hacer lo mismo, que me obliga a disentir.
No puede usted hablar de la
independencia judicial y presentar un documento como el que nos mostró estos
días. Estoy completamente de acuerdo que las manos de la política han de salir
por la puerta de urgencia de los órganos de la Justicia.
Escuche Sr. Iglesias: ¡Fuera de la
Justicia todo vestigio y rastro de un político! No le puedo aceptar que
pretenda quitar a Mariano para colocar a Pablo. Eso no es higiénico ni lo que
usted dijo que habría que hacer.
Si pretende hacer en todo lo mismo, le
ruego, al igual que a los de siempre, que
nos deje en paz.
Si así fuera, tal vez su campo esté en la
Universidad y Consultoría, cuya capacidad y formación no pongo en duda, pero no
en dirigir nuestro futuro.
Sólo faltaría Sr. Iglesia, que
terminara usted dándole la razón al poco presentable Eduardo Inda.
Con la indignación que me provoca la soberbia y prepotencia, que en su caso
ruego reflexión y punto y aparte.
En la confianza de poder contar con su aportación para el desarrollo de
nuestro país necesitado de cabeza,
corazón y personas más dispuestas a sumar que a sustituir.
Reciba un cordial saludo.
D. Robles
P. D. Cabeza tiene, Sr. Iglesias, es evidente,
y habiendo llegado aquí, sólo pido y espero que sepa utilizarla.
su prepotencia es grande aver si asi la calmas un poco. lo dudo tiene mucho pelo ,no airea su cabeza,para ser ojetivo.
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