Día sí y otro también
asistimos a algún caso nuevo de corruptelas, o bien al capítulo siguiente de aquellos
que se van denunciando, descubriendo y que, según sea el caso, se
resuelve con prontitud, los menos, o bien duran sine die.
Quien más, quien menos,
vemos con cierta incredulidad e indignación el discurrir de tales
acontecimientos; indignación que sube enteros si es compartida con algún
contertulio en la barra de un bar acompañando un “sorbito” de café. Resulta sorprendente
ver, cómo esa indignación va desapareciendo a la par que el café.
Hay casos curiosos:
quien se enfurece con el lagarto del vecino y un tanto suave y comprensivo con
el que habita la casa afín o propia. Puede ser debido a la amplia variedad de
reptiles que puebla nuestra fauna.
Si esto es poco, llega
el momento de hacer justicia y nuestro apoyo a los lacertilios se vuelve incuestionable.
Sirva la experiencia vivida. Territorios invadidos por dispendios varios,
variados y abundantes y el dictamen popular vía urnas, arroja un resultado que
deja boquiabierto al más escéptico.
Creo que las malas
prácticas, corruptelas y amistades de lo ajeno están instaladas y enraizadas en
nuestra sociedad de tal manera, que no sé muy bien si tiene remedio o habrá que
resignarse a pensar que no queda otra. Soy de la opinión de aquellos que puedan
pensar, que esto último jamás, que hay que tomar conciencia para echar de la
vida pública a quien delinque y a quien apoya.
¿Y tú?, “ciudadanito” de a pie, ese que se
cabrea tomando café. ¿Por qué llegado el momento no eres capaz de ser
consecuente y sigues votando a los tuyos, hagan lo que hagan?
Obrando así estamos
siendo complacientes, cómplices y conniventes con el delito; lo que quiere
decir que lo estamos avalando, luego podemos concluir que en el fondo somos
también corruptos. Ante esta actitud, ¿de qué nos quejamos después? ¿Qué
criticamos?
Puede darse el caso que
llegado el momento no tengamos claro a quien apoyar con nuestro voto, pero lo
que si debemos saber bien, es a quien no se le puede dar: a quienes delinquen,
nos mienten y a quien les apoya y defiende. Si no nos convenciera ninguna
opción, existe el voto en blanco. Todo menos quedarse en casa y pasar, ¿por
qué? Porque de ese pasar siempre se beneficia quien menos quiere quien dice
pasar.
Más ejemplos: todos sabemos
de las cuentas del fútbol, o al menos de algunos clubs, con la S.S. y Hacienda.
Cuando reciben una sanción hay gente que se manifiesta en las plazas
protestando por tal atropello. Es decir, un club deportivo tiene derecho a
defraudar, no se le puede tocar, aunque ello vaya contra nuestros impuestos y
sea consecuencia de la buena gestión de sus dirigentes. A éstos ni tocarlos.
Estos días escucho que
en Castellón se van a recoger firmas para que no sea sancionado, al menos en
alguna medida, el benefactor Fabra, hombre insigne y afortunado del azar.
Son ejemplos que me
llevan a preguntar: ¿Perdimos el juicio, el norte, el sentido común, o todo a
la vez? ¿Cómo podemos pretender que las cosas cambien y mejoren si nosotros
mismos favorecemos que siga todo igual y peor?
En breve habrá
elecciones, el año 2015 es prolífico en consultas. En nuestras manos está dar
un golpe en la mesa.
Aunque con estos
ingredientes, difícil lo fiais.
D. Robles
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