Este pasado fin de semana, en mi último comentario planteaba una pregunta
a la que invitaba a responder después del lunes día 27, día posterior a la
jornada electoral.
Pues bien, llegó el día después y el resultado del 26J responde en toda
su extensión a la pregunta-previsión planteada.
Lamento haber acertado. Explico
por qué.
Este domingo se dieron, en mi opinión, varias situaciones en las que
merece detenerse un poco y analizar con cierto cuidado. Confío en que las
reflexiones que haya a posteriori sean más serias que las encuestas realizadas a
priori y alumbren un poco de luz y formación sobre el panorama.
Analicemos:
En primer lugar, por la derecha había una alta probabilidad de que C´S perdiese votos en favor del PP. No
eran necesarias encuestas que lo anunciasen, sabemos que el votante situado en
este espectro se moviliza muy fácil en favor del llamado voto útil, que no sé
bien por qué se le llama así, pero funciona. Mariano lo sabía y por eso apostó
a la segunda vuelta.
Trabajaron desde el minuto cero e hicieron valer de una forma muy efectiva
el también llamado voto del miedo, y en
este caso hay que decir, bien llamado, porque escuchando algunas opiniones y
mensajes, sí es para dar miedo. Es un terreno en el que los populares se mueven
muy bien.
En segundo lugar se presenta un escenario por la izquierda que ni los más
incrédulos podían intuir.
Me sorprende cómo los estudios de mercado pudieron fallar tanto en este
caso, y hablo de fallo aunque creo que no es del todo así. Acertaron en el caso
de C´S y del PSOE, bajo ese margen de error siempre asumible y no lo hicieron
curiosamente en el caso del PP que apuntaron a la baja y en el de PODEMOS, justo en sentido contrarío. El fallo
en estos dos casos fue de una forma casi estrepitosa.
Primera pregunta: ¿Son ciertas esas encuestas o hubo algo de cocina para
favorecer el miedo y movilizar a la gente en el sentido que lo hicieron? Yo
creo que hay algo de esto. Si no fuera así, quien hizo ese trabajo debe
dedicarse a otra cosa.
A continuación hilvano con el comentario del fin de semana: el resultado.
Entiendo y respeto, como es natural, que cada persona tenga sus ideas,
las defienda y que vote lo que crea conveniente. Se puede sentir mayor aproximación
a una formación y líder que otros. Es lícito no votar jamás a un determinado partido,
de la misma manera que lo es votar
siempre al mismo, lo que se conoce como piñón fijo, etc. Ahora bien, todo esto y más, no impide que haya cosas que despierten en mí cierta
curiosidad.
El domingo, de los ocho millones
de personas que votaron en esta ocasión al PP, aproximadamente la mitad no le
puedo encontrar justificación más allá de ese miedo sembrado e interesado, que
lejos de reflexionar sobre el mensaje, se asume de la misma forma que se asume
lo contrario si la fuente emisora es la misma.
Hoy, sabemos que el PP es un partido corrupto, y digo partido, no casos
aislados, los datos lo avalan. Los hechos probados en algunos territorios como
Valencia, Madrid y en la mismísima Génova,
no los conoce quien no se quiere enterar, a lo que hay que añadir los efectos
dramáticos de su gestión de gobierno sobre el conjunto de la sociedad. Pues
bien, que en algunas comunidades se pueda votar a este partido se puede
entender, sobre todo en elecciones autonómicas, pero en estas Generales y en estos
dos territorios, al igual que al PSOE en Andalucía, me hace llegar a la
conclusión que aquí tenemos un problema. O bien esa masa social está abducida por
la mafia, o bien forma parte de ella, o aquí hay unos desajustes de difícil
interpretación.
Tal vez fuese bueno, que desde los aparatos de partido entraran
en sus casas y les robaran hasta la ropa interior, porque estoy seguro que al
salir con el botín les aplaudirían e invitarían a volver el día siguiente a la
misma hora para tener tiempo a ir a la tienda a comprar repuesto y que se lo
llevaran también.
Otro desajuste serio que observo: me resulta de difícil comprensión que
aquellas personas que sufrieron de forma intensa las causas de las políticas de
este Gobierno le puedan seguir prestando su apoyo para que siga profundizando la
herida, hubo y no pocas. Sabiendo como sabemos, o debiéramos, que mienten hasta
cuando están callados, que actúan como auténticas mafias, se cargan los jueces
que sea necesario y estorban, y un largo etc. Que vengan ahora con discursos suaves
hablando de moderación y demás y que todavía le sigan creyendo: tenemos un
problema.
Saben bien que el barrizal les beneficia y hacen muy buen uso de él, al
fin y al cabo es lo que importa.
Si sumamos estas variables y traducimos en votos podríamos hablar de una
cifra de más menos cuatro millones, que sabemos que son lógicos, por interés y
circunstancias que no se van a discutir. El resto lo dejo a la libre interpretación
de ustedes, la mía es clara.
A este jardín hay que añadir el “despelote” de los partidos – alternativa,
que ejercen de todo menos de alternativa.
En este caso la gente que les sigue con ojos cerrados y nariz tapada es
considerablemente menor que el caso anterior, pero no sirve.
Es evidente que no se puede estar de acuerdo con todas las propuestas, es
de cajón, pero entiendo que lo que no se debe hacer es votar a uno para que no
gane otro, y aquí pasó mucho de esto. No se puede tapar la nariz después de lo
que vivimos estos cuatro años, “despotricar” de un Gobierno y terminar dándole
su apoyo buscando justificación en “los rusos que vienen”.
Un voto hay que emitirlo para favorecer el proyecto y propuesta en que cada cual crea.
Quien lo hizo mal no tiene escusa, y en el peor de los casos se vota en
blanco o nulo, pero nunca a favor. No hay que votar necesariamente a otros, pero
votar a quien nos miente, engaña y maltrata, por el miedo al que nos fueron
llevando sin darnos cuenta, tiene mérito.
En otro orden, no sé si alguien de ustedes tuvo ocasión, curiosidad o
interés en fijarse en las cifras de voto. No hablo de porcentajes, hablo de
votos emitidos. Si no es así, les invito a que lo hagan y vean si hay algo que
les llama la atención. Votos emitidos en diciembre y junio, cuántos fueron abstención, cuántos fueron a
parar a cada partido y cuántos en junio restaron a unos y sumaron a otros, en
qué proporción y la casualidad de los números redondos hasta en la las décimas.
A quién afectó la suma , a quién la resta, quien salió beneficiado y quién perjudicado.
¿Hubo alguna irregularidad? Si no hay datos que lo confirmen no se puede
afirmar, por lo que simplemente hablo de coincidencias que pueden ser
casualidad, pero que llaman la atención, y en un país donde votan difuntos, la jornada electoral
hay un volumen importante de vehículos dedicados al transporte público con
sobres incluidos, donde algunos funcionarios
de correos en zonas rurales hacen un trabajo inmenso, etc., una más ni se ha de
notar, ni tampoco causarnos demasiada sorpresa. Y no estoy hablando de
Venezuela, hablo de España. Por cierto, ya nadie habla de Venezuela después del
domingo 26, ¿se habrán acabado los problemas en ese país? O ¿será que ya
no interesa? Hasta en A3 aparcaron al país caribeño.
Si a las casualidades
añadimos que la autoridad encargada de tan importante labor es el actual
Ministro del Interior, de contrastada garantía, cada cual extraiga la conclusión
que crea oportuna, a mí me “mosquea” seriamente. Les invito a comprobar y
comparar datos y número de votos.
Llego a la conclusión y comparto la idea de quien piensa que en este país
más que un presidente necesitamos un siquiatra.
D. Robles
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