Un virus, de origen conocido o no, no lo sé bien, y tampoco si algún día lo llegaré a saber, nos trajo el momento más complicado de nuestra
historia reciente.
Provocó una de esas situaciones en las que emerge lo más
grande de una sociedad, y también mantiene a flote aquellas miserias que nos definen.
Vemos de qué somos capaces cuando nos ponemos a
trabajar al unísono por una causa común. ¿Nos servirá de ejemplo y seremos capaces de transformar
nuestras prioridades en el futuro inmediato?
Tengo que dudarlo, aunque nunca se puede perder la esperanza
a que al menos se pueda conseguir en una parte.
Tuvo que llegar un ¨bichito¨ para ponernos ante el espejo de
la vida y mostrar que no hay ricos y pobres, altos y bajos, de un hemisferio u
otro que nos haga diferentes ante la vida y la muerte. Enseñarnos que ante un
pellizco de la vida todos de rodillas y con el mismo miedo en los talones.
Cierto
es que al tronar es cuando nos acordamos de Sta. Bárbara y nos ponemos las
pilas; bueno, casi todos, nunca ha de faltar esa miseria que también nos define.
Desde el conocimiento y la ciencia, pasando por el poder económico
con sus aviones, hasta el último ínclito andante se pone en acción para
conseguir un fin: doblar al ¨bicho¨. Vencer la amenaza. Una amenaza común y universal.
Momentos también, en que no puedo evitar recordar, esas
miserias puestas de relieve por algún personaje poderoso, o al menos eso cree
hasta que se sienta delante de un ¨bichito¨. Dijo en una ocasión Christine
Lagarde, alma ejecutiva entonces del del Fondo Monetario Internacional que la
longevidad era un problema para la economía, casualmente es donde más ataca ¨Covi¨
No vi en sus palabras intención de darnos ejemplo, porque de muchachita quince
añera tiene más bien poco. Tampoco lo quiero, conste. No me definen esos
conceptos o valores. Más recientes son las exposiciones de algún botarate como
el Presidente Americano o Premier Británico cuando estaban dispuestos a
anteponer la economía a la vida de tanta ciudadanía. ¿Será posible que su
posición les provea de la suficiente torpeza para no ser conscientes que son mortales?¿que un bichito invisible los puede
arrodillar como al resto de la humanidad?
La persona al servicio de la economía, buena sentencia.
Veamos nuestra realidad inmediata. En nuestro país, una
situación desbordada, inesperada e imprevisible, para lo que nadie estaba
suficientemente preparado, como ocurre más allá de cualquier frontera y nos pone ante un espejo. Todo el
mundo cierra filas, menos aquellos personajes que no saben estar a la altura y víctimas
de su miseria tratan de rentabilizar una desgracia general por un puñado de
adeptos que seguro encontrarán.
Nuestra sanidad es ejemplar. No voy a descubrir nada. Ejemplar
sus profesionales que desde la devaluación vivida en los últimos años sacan
fuerza de flaqueza para enfrentarse en primera línea a la amenaza. Ejemplar
está siendo el aporte que llega desde todos los rincones de la geografía. Desde
quienes pueden, tienen y quieren aportar algo. Ejemplo claro lo realizado en
IFEMA.
Hoy expresamos muestras de reconocimiento hacia el colectivo
sanitario desde los balcones con aplauso. Me pregunto también, dónde estábamos
hace unos años cuando esos mimos profesionales luchaban tratando de impedir el
desmantelamiento de la sanidad pública. No estábamos a su lado, no, y si nos asomábamos
a algún balcón era para observar el ambiente en el mejor de los casos, y otros
para decir o pensar que estaban luchando por su interés particular. Hoy
aplaudimos. Con mucha razón, pero ¿nos servirá esto para algo?
Decepcionante los representantes públicos que tratan de
aprovechar el momento para su guerra particular y no me sorprendería saber que
les viene muy bien las víctimas para su argumentario y bagaje dialéctico; no
sería la primera vez (lo veremos).
Líderes que lo mejor
que representan es la vergüenza nacional en clara contraposición al orgullo que
nos hacen sentir tantos y tantos trabajadores y profesionales desde los más
diferentes ámbitos.
Se suele decir que siempre tiende a hablar quien más motivos
tiene para estar callado. Todos sabemos, o debiéramos, el ¨palo¨ que se le dio
en los últimos años a la sanidad púbica: eliminación de camas, expulsión de
profesionales, sustitución de fármacos por otros que suponían ahorro, aunque,
según qué caso, algunos presentaran claras contraindicaciones, venta de un gran
sistema a intereses particulares cuyo único objetivo es la rentabilidad. Y quienes desarrollaron tal ¨guisa¨ se atreven
hoy a levantar la voz.
En una ocasión dije y hoy repito: ¨servicios sociales y
beneficio económico no son compatibles¨.
Vemos también lo que supone haber deslocalizado la
producción. Resulta que nos acabamos de dar cuenta que en una situación de
emergencia nuestro granero de producto está en China. ¡Ah qué cosas! Y hay que
recurrir a la solidaridad (grande y bienvenida) de nuestro tejido productivo para
reconvertirlo a la emergencia nacional.
¿Nos servirá para aprender algo?
Hay otro virus inoculado y manifestado sobre los hombros que afecta a la inteligencia para el que no hay antídoto en farmacias. Tal vez sí en las escuelas.
Eso me hace dudar que esta experiencia que vivimos sirva para
cambiar mucho, o tan siquiera algo.
Los ¨carneiros¨ no saben leer.
D. Robles