En Madrid hay comunicadores que se sienten acosados. Esto es lo que se
desprende de una noticia aparecida esta semana en el diario El País.
En toda referencia al caso leo: “una decena de periodistas”, no veo un solo
nombre. Dato importante que ayudaría y mucho a valorar la información de una
manera bastante objetiva.
Libertad de expresión y derecho a la información. Piden amparo por un
supuesto ataque a dichos principios. Derechos que no se cuestionan, quede claro;
pero no es menos claro, que no todo lo que recibimos en la calle es información
aunque así se presente, y también que no todo vale.
Tampoco sirve esconderse
tras esta premisa para ejercer de franco tiradores y disparar a todo lo que
interesa y en la forma que interesa.
Un micrófono, o una pluma no dan derecho a hacer lo que se antoje; por
eso hay que exigir a quien tiene la responsabilidad de informar: rigor y
seriedad con su herramienta.
Respeto no basta con demandarlo, hay que saber
dispensarlo, y con demasiada frecuencia observo a informadores e informadoras
hacer un uso abusivo de su posición en defensa de un falso derecho que no
corresponde. Estas herramientas no son una barra libre con derecho a todo.
Entiendo que una persona cuya misión es informar tiene ante sí una labor altamente
importante, por lo que ejercerla con rigor debiera ser la constante ineludible;
no obstante, es frecuente comprobar la facilidad con que se adultera la
información que consumimos. Informar es trasmitir aquello que ocurre en la
forma que ocurre, no en la forma que interesa que ocurra a quien informa.
A la hora de pedir apoyo, estoy convencido que un buen número de profesionales de la información, de
quien primero deben protegerse y por ello pedir amparo es del Consejo de
Administración de su grupo Editorial.
Libertad de expresión y de información no es falsear datos, mentir,
difamar, construir documentos para causar daño a quien se pretende perjudicar,
etc. Vivimos sobre un terreno bien abonado que hace brotar buena cosecha, y eso
no es defendible ni aceptable. Sí es por otra parte censurable; de obligado
cumplimiento criticar y poner en evidencia a quien lo practica.
No sé si estará
pidiendo amparo alguien que se pueda incluir en este sembrado.
¿Criticar o censurar prácticas vergonzantes es presionar? ¿Alguien se
puede sentir intocable para hacer lo que le venga en gana y revolverse cuando
se le responde? Pues no. Señores de la comunicación, flaco favor hace a un
colectivo, cuyo prestigio no se cuestiona como tal, quien vulnera esos
principios fundamentales y hace uso de prácticas miserables.
La noticia aparecida en el diario el País me provoca bastante recelo. Recuerdo aquel
editorial tan interesante que dedicó a Pedro Sánchez, y el momento en que lo
hizo público. ¿Es esto libertad de información y expresión? Pues no, esto es
sencillamente basura informativa. Y ningún medio, ningún periodista se
considere intocable porque no lo es.
Quien se revuelve en la basura está sucio,
no merece crédito ni tan siquiera ser tenido en cuenta y por supuesto sí ser
denunciado.
Anuncian una petición de amparo: dicen que una decena de periodistas,
pero ni un nombre; también que hay
pruebas, pero no se muestra ni la primera. A mayores dice la Presidenta de la
asociación, Victoria Prego, que es su palabra.
Con todo el respeto que me merece esta mujer, y no es poco, he de decir
que su palabra aquí vale lo mismo que la mía, y ante una acusación de esta envergadura,
menos palabras y más hechos y por supuesto, a los tribunales, de lo contrario será
un episodio más de salsa rosa versión actualidad a la que nos tienen acostumbrados
algunos comunicadores de la especialidad.
No hay nombres. Pues voy a poner de relieve alguno para ilustrarnos: imaginemos
pidiendo amparo de protección a Eduardo Inda, Carlos Cuesta, Isabel Durán,
Hermann Tertsch, Jiménez Losantos…….
Ante la hipótesis poco probable que sea alguno de estos nombres, ¿será
alguno del mismo nivel y parecido? Si así fuere, somos los lectores quienes
debiéramos pedir amparo, auxilio y protección por la toxicidad que nos hacen
respirar; aunque también es cierto que en este caso, es sencillo establecer un
mecanismo de protección: no hacer “puñetero” caso de sus soflamas y ya está.
En resumen Sra. Prego: luz y taquígrafos.
¿Hay presiones impropias y tal vez
amenazas? Nombres y apellidos, pruebas y al Juzgado. A partir de aquí cada cual
asuma su responsabilidad. ¿No se sigue este sencillo proceso? Entonces a callar,
porque es bastante sospechoso y siempre posible que sea otra maniobra más de
desprestigio y búsqueda de crear opinión. No iba a ser la primera vez.
Y ahora, a prepararse para la embestida en tromba de interesados en el
barro. Siempre suele aprovechar la
coyuntura quien más motivos tiene para estar callado.
Tiempo al tiempo
D. Robles