Sí señores oyentes: ¡Qué hartura!
Harto estoy de ver cómo en este país se acabaron los
problemas fundamentales. Ya no hay desempleo, tampoco corrupción. La sanidad
parece que empezó a funcionar y la educación va sobre ruedas. Se acabó la
pobreza y el empleo a plazos. No tenemos más preocupación que aquella que nos
presentan hasta en la sopa del medio día. ¿Un guion trazado?
Sólo tenemos un problema: Cataluña.
Harto también de ver cómo
la gente hace seguidismo del barullo sin darse cuenta que este problema lo creó
un grupo de "becerros". Me da lo mismo que los becerros estén en la Generalitat o
se encuentren en Moncloa. Becerros al fin y al cabo, y cuando la política está
en manos de becerros solo cabe esperar embestidas.
Si esto no fuese así, estoy seguro que hoy no tendríamos semejante
tomate entre manos.
Estoy convencido que tanto a unos como a otros les interesa
esta situación porque ambas partes buscan ganancia de adeptos y esto es lo que
importa; y a buena fe que hay quien lo consigue. Tengan en cuenta que para
muchos políticos el ejercicio de la vida pública no tiene objetivos; tiene
obsesiones, y no son otras que conseguir un sillón y mantenerse en él para
hacer desde aquí anti-política, es decir, ejercer la política para contravenir
su principio fundamental.
Hoy repito una vez más y con más convicción si cabe que
cuando lo dije por primera vez: si estamos metidos en este “fregao” es porque
desde Moncloa no se supo o quiso, más bien me inclino por lo segundo, dar
respuesta a las diatribas “pujolares” en sus inicios.
No hay duda que a Mariano y sus muchach@s esto les viene como
anillo al dedo. Conocen muy bien la sociología del País y saben que esto
produce réditos, así que vamos a presentar el Estado de Derecho, en sentido
impropio, frente a un grupo de aventureros que no saben donde se meten.
Que al sur de los Pirineos se desmadró el asunto y sus
líderes son unos irresponsables es una evidencia. Basta ver como se manejó el
Parlamento Catalán estas últimas semanas.
No es menor la evidencia que en Moncloa hay un grupo
de auténticos incompetentes que confunden la fuerza de la razón con la razón de
la fuerza, y eso nos va a conducir a un escenario que les dará muchos votos a
la vez que un desastre social.
Me llamó la atención escuchar estos días las declaraciones
institucionales del Presidente del Gobierno. No es difícil entenderlas, incluso
estar de acuerdo en algunos pasajes, pero ello no dejó de hacer que me
preguntase cómo es posible que hable con esa naturalidad de incumplimiento de
deberes, conculcación de derechos, libertades, etc., sin darse cuenta que eso
es lo que hace él y su gobierno. Sin querer, a poco que ustedes se hayan fijado
se habrán dado cuenta que se estaba haciendo una moción de censura a sí mismo.
No escuché a nadie ponerlo de relieve. Debe ser que el
momento exige silencio.
Harto también de tanta
“baba” que deslizan en gran medida medios de comunicación. Algo les va en ello,
y no es precisamente su labor informativa.
¡Qué razón tenía
Shakespeare! Y ¡Qué vergüenza de País!
D.
Robles