Una semana. Pasó una semana tras la convocatoria a las urnas en
Andalucía. El resultado es conocido de todos y deja poco lugar a duda. A partir
de aquí emergen todo tipo de lecturas, conclusiones y discursos adaptados al
interés de cada jugador.
Es así y mientras esté en vigor hemos de respetarlo.
Dije que el resultado no deja lugar a duda. A mí, discúlpenme, me genera varias. En la calle se escucha por cualquier esquina el hartazgo que genera la mala praxis de nuestros cargos, las corruptelas, aprovechamiento del puesto para lucros personales y un largo etc., que no veo necesario argumentar.
Si esto es así ¿Cómo es posible que sigamos avalando dichos
incomodos con nuestro voto?, ¿De qué nos quejamos si a la hora de la verdad
seguimos apoyando a quien practica, consiente o simplemente no se entera y
cuando se lo hacen saber sencillamente hace nada?
Hay aquí algo que no me encaja.
Andalucía es una comunidad con una situación propia de
antiguo nodo. Golfos en cada esquina, (en la vida pública, entiéndase), un paro que no hay por dónde coger, del
juvenil mejor no hablamos, etc. Cambian el delantero centro del equipo y todos
a aplaudir de nuevo. A veces pienso que con estos ingredientes, no hay derecho
a quejarse, que no es posible cambiar las cosas, y que de forma clara estamos
diciendo: señorías hagan lo que gusten, tengo la nariz tapada. Después; nos
enfadaremos junto a un amigo tomando el café comentando la última instrucción
judicial. Y quién sabe. Puede darse el caso que el culpable sea el juez.
Lo único coherente que observo a lo largo de esta semana es la posición de los emergentes (Podemos y Ciudadanos).
Después de la primera ronda de contactos dicen cuáles son sus condiciones para un hipotético apoyo en la investidura. Es para observar con atención. Si sus hechos son consecuentes con su discurso y propuestas, debiera ser suficiente para que la ciudadanía empiece a tomar conciencia si realmente piensa que en este país hay algo que cambiar, y lo más importante: acabar con la golfería y los abusos de poder.
En breve y después de las andaluzas tenemos municipales y
autonómicas. Gran expectación despierta Madrid. Les confieso que si después de
lo expuesto sobre Andalucía, en la Villa, un personaje más propio de
programación salsa rosa que de ejercicio público como la Sra. Aguirre, obtuviere
un resultado importante es para empezar a pensar que este pueblo como sociedad,
no tiene arreglo.
D. Robles