Llegó el momento de la verdad. Pasó la pretemporada, la fase de precalentamiento
y ahora toca jugar en pista.
Los primeros minutos no dejan espacio a la indiferencia. La toma del
pulso a esta nueva realidad que nos dimos los españoles es emocionante. Mucha
tinta vertida sobre el primer cuarto del encuentro: curioso el cabreo de tanta
gente con algunas escenas, sobre las que me atrevo a afirmar que no se dedicó
un segundo a su reflexión porque faltaba tiempo para disparar. El dedo colocado
sobre el gatillo presto a entrar en acción orientando el tiro a todo aquello
que se escapa a nuestra razón de ser.
Hay que sacudir estopa a todo lo nuevo desde el minuto cero, no vaya a ser.
Probablemente no se brinden siete minutos a reflexionar sobre tal o cual movimiento o comentario, por qué se hace, aquella propuesta o la otra. No. El corazón dice leña a discreción, y la cabeza
le toca obedecer. Estamos concebidos para ello. Y si de paso encontramos algún
argumento prefabricado para el descrédito, que nos sirva de refuerzo aunque sea
incierto, lo hacemos nuestro y fuego.
Se dice que Dios fue inteligente cuando puso la cabeza encima del
corazón. Pues bien, cuando nos empeñamos en utilizar el corazón para lo que no
es su competencia, pensar, la cabeza suele descolocarse.
El escenario parlamentario es sustancialmente diferente a lo que
estábamos acostumbrados. Un parlamento algo más parecido a la imagen social que
lo que había.
Emergen parlamentarios procedentes de la calle frente a los que proveen los aparatos de los partidos. Y así, con este panorama, se lanzan sin tregua
críticas y bufonadas hacia todo lo que huele a diferente. Observo, que no
estamos preparados para aceptar nuestra sociedad.
Así, vemos cómo se centran las miradas y la furia ante una imagen con
bebé y pasan desapercibidas otras, como la toma de posesión y ejercicio de
funciones de un parlamentario, delincuente probado; eso sí, con traje, corbata
y probablemente acicalado de peluquería; a la vez nos ponemos furiosos porque
llegó un joven con rastas. Puede ser todo lo honesto que quiera, pero tiene
rastas y eso son palabras mayores. El delincuente, si porta traje hasta lo
disculpamos.
Por otro lado, en el Senado, una joven en silla de ruedas promete la
Constitución y dice que no lo volverá a hacer si no se eliminan las barreras
que le impiden hacerlo como el resto. La sede de la representación popular y a
estas alturas con barreras de esta naturaleza. Pero esto no importa. Hay que
sacudir estopa a Carolina por reivindicar con un gesto. Y de paso escuchar la
cantidad de barbaridades que se dicen al respecto. Tal vez no tengamos remedio, ni tampoco lo
merezcamos.
El segundo cuarto del partido se está jugando con muchas faltas
personales, veo a los equipos fuera de la cancha por falta de banquillo.
Pactos, impactos y partos son el esquema de la pizarra. Ahora, de repente, los
unos dejan de ser para los otros aquellos enemigos irreconciliables y
destructores del estado para ser unos necesarios cómplices y hasta coincidentes
programáticos. ¡Menudo rostro!
Por un momento dudo si versionar esta situación hacia el básquet, o hacia
operación triunfo.
En este escenario, el primero en saltar a la cancha será Mariano. Le
espera una pista que sería lo último que hubiese deseado después de los cuatro
añitos que pasó y nos dio. No pasará la primera ronda.
Ahora habla de diálogo, de compromisos, de pactos. Pero parece que para
él un pacto es sinónimo de apoyo. Nos habla de estabilidad, credibilidad y no
sé cuántos conceptos más. Todavía no es consciente que lo que espera de verdad
el país es su retiro. ¿Dónde estuvo este hombre hasta ahora? Viéndolo hoy, o
bien nos lo cambiaron, o bien sigue sin enterarse
donde está. Y ¿La segunda ronda? ¿Habrá segunda vuelta?
Con los jugadores que presentan en
cancha los distintos equipos puede pasar de todo. Aunque casi me atrevo a
aventurar un final del último cuarto: O vamos a unas nuevas elecciones donde me
sigo reafirmando en el resultado comentado hace unas semanas, o bien Pedro
levanta la copa. Le veo posibilidades.
Pedro tiene más lío en casa que fuera, pero es una oportunidad que no va
a desaprovechar. Entiendo que no será a cualquier precio, aunque así lo
trasmita la maquinaria conservadora y tal vez alguien de casa, y menos para
engañar a la gente. ¡Cuidado con esto!
Si las baronías de la grillera manifiestan un poco de sensatez, podrá
haber gobierno. Si se empeñan en hacer la “chicharra”, elecciones en poco
tiempo y el PSOE a dormir una buena siesta.
Pablo debe bajar a la tierra, serenarse un poco y empezar a trabajar en
serio para cambiar las cosas que dice querer cambiar y en su mayoría creo que
aceptables, pero dentro de un orden y formas. El mundo no se cambia en una
semana, hay que centrarse, moderar el
nivel de las líneas y rebajar el tono, tanto él como la compañía de viaje.
Y Albert, un tanto despistado tras el inesperado resultado electoral,
trata de funcionar y aparecer indispensable. Se mueve a izquierda y derecha que es lo mismo que estar en ninguna parte. Si eso le dio mal resultado debiera
servir de experiencia.
Primera prueba de interés: los letrados informan favorablemente sobre la
Constitución de un grupo y Albert con Mariano, dicen no y lo impiden. Tics de
un nacionalismo tan delicado como el
otro, ¡ojo!
A ver si a estas alturas todavía no nos dimos cuenta que aquello de
una grande y libre es parte de la historia, y lo primero que hay que conocer,
reconocer y gestionar es la realidad del país que pretenden dirigir. Si no es así
mal empezamos.
Sea como fuere, les invito a hacer provisión de cerveza, sucedáneos de
anaical (si no conocen tal bebida refrescante se la puedo presentar), patatas
fritas y todo tipo de aperitivos. No pierdan minuto y resultado del encuentro.
La final de Champions empequeñece al lado de esta versión deportiva tan
apasionante y trascendente.
D. Robles