sábado, 12 de mayo de 2018

UNA VELETA LLAMADA ALBERT


 

Estimado Sr. Rivera:
Hace tres años, más o menos, presentó usted sus credenciales para la vida pública española al frente de la formación naranja abanderando un movimiento de ilusión (en paralelo con Podemos, o tal vez como reacción), ante el hartazgo que habían provocado en la población los de siempre.
Su discurso se puede escuchar.
Llega un paladín dispuesto a frenar la golfería.

Pasado este puñado de meses, confieso que no podía prever que pudiera usted darle la vuelta en los términos que veo, y en tan poco espacio de tiempo a ese atisbo de cambio que se antojaba.

Llegó usted haciendo bandera de regeneración y honestidad y por ello nunca apoyaría un Gobierno encabezado por el Sr. Rajoy, para sucumbir en pocas horas al triste argumento de: "mejor lo malo que lo peor" y hacer lo contrario de lo que dijo que haría.

Tal vez era algo previsto, por eso sigue siendo usted el gran valedor (en diferido) de la golfería, por mucho que se empeñe en tratar de disfrazar su ya previsible discurso.

 Dijo que derogaría o contribuiría a derogar la LOMCE y se le olvidó en pocas horas. También iba a acabar con la llamada "Ley Mordaza" y no se le espera.

Se hartó de criticar hasta el día siete de marzo la movilización feminista del día ocho para convertirse mágicamente en líder del feminismo el día nueve.

No se cortó lo mínimo para anunciarnos desde el estrado parlamentario la subida de las pensiones gracias a sus negociaciones, cuando todos sabemos, o debiéramos, que si alguien tuvo algo que ver en ello, es el PNV.
Se apunta usted a todo Sr. Rivera

Entra en el Parlamento una proposición para regular la muerte digna y se pone de perfil, seguro que para posicionarse en función de cómo sople el viento. Si el resultado de los acontecimientos es uno bien y si es otro también.

¿Qué le mueve a usted Sr. Rivera?
Tal vez sea fácil interpretar puesto que principios parece que no.

Sr. Rivera: Si alguien ha de ejercer derecho alguno sobre la vida de una persona, es ella misma.
Hay que ser claros, respetuosos y responsables. En el planeta Walt Disney están las ideas más definidas que en su casa.

Ahora se vislumbra la formación de Gobierno en Cataluña y usted empeñado en ejercer de duro y mantener el 155.
Sr. Rivera: El candidato a Presidente le podrá gustar poco o nada, es su legítimo derecho. Le anuncio que a mí, el Sr. Torra no me provoca seducción alguna, más bien lo contrario, pero si obtiene el apoyo mayoritario o suficiente, ha de serlo y a partir de ahí este episodio del 155 se acabó, no se empeñe en ejercer de Harry el Duro de la política española.
El Sr. Torra, según parece, está limpió de causas, algo que usted siempre pone en valor. A partir de aquí, por sus hechos ha de ser juzgado.

A España le sobra, Sr. Rivera, líderes de neuronas duras. Estamos ávidos de gente sosegada, con cabeza y mano tendida. Quede claro que ello, ni supone ni ha de suponer ausencia de rigor, ni de firmeza.

Sr. Rivera, más allá de lo que anuncien las encuestas, que como siempre han de ser cuestionables, el ansia de ensanchar su espectro electoral hace que ponga de manifiesto un discurso y proceder dirigidos a captar la atención de un sector bastante rancio del españolismo mal entendido. No todo vale.

Viendo su evolución en escena, puedo afirmar sin mucho margen al error, que se está convirtiendo usted, si es que no lo era ya, en un auténtico nacionalista radical.
Le aseguro que es lo que menos necesitamos.
Después de ver las incorporaciones que procura para el banquillo naranja me surge una pegunta: ¿Cuándo va a ser la  hora de incorporar, o casi, a un tal Aznar?

Quiero imaginar que a estas alturas le ha de resultar difícil encontrar argumentos para referirse a otros actores en términos de populismo.

Sr. Rivera, le veo buena formación y práctica, y por ello buen futuro en el arte del claqué.
 
                                                             D. Robles

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