Voy a confesarles una
confidencia: Hace un año, más o menos, mi banco me envió a casa, en correo
certificado, una tarjeta BLUE, lo de blue debe ser por aquello del color,
supongo. No entendí muy bien la misiva dado que no había solicitado tal
producto, por lo que, a la mañana siguiente
acudí a la oficina de origen para informarme bien sobre el objeto de la
BLUE.
Tenía muy buena presencia, he de reconocerlo, su porte concede una cierta
distinción.
Muy atentamente me
informan que es una deferencia de la entidad hacia ciertas personas
consideradas buenos clientes, lo que en cierto argot se conoce como VIP.
Dudé un momento a cerca
de la consideración de buen cliente, puesto que a día de hoy ser buen cliente
de un banco no tengo claro si es quien tiene buenos depósitos o deudas buenas.
El caso es que, según me dicen, esta
tarjeta me permite disponer de fondos de forma discrecional que no discreta,
hasta un cierto límite. ¿Qué límite? Pregunto. 380.000,90€ al año, me responde.
Generoso detalle por lo
que quedo muy reconocido al banco y a quien me asiste.
Pasado un mes de su
tenencia decido proceder a su estreno y hacer una modesta compra por importe de
7.385€. Ofrezco mi BLUE para el pago, pero tengo un problema: pin erróneo,
estaba seguro de él, por lo que marco de nuevo y nuevamente pin erróneo. Bien,
me disculpo ante el profesional que me había dedicado un tiempo, puesto que mis
otras tarjetas no me permiten cobertura para ese pequeño importe.
Al día siguiente acudo
de nuevo a la oficina bancaria. Expongo mi experiencia y me dice quien me
asiste, después de ver toda esa literatura expresada en letra cuasi ilegible
por tamaño, que suele acompañar a todo contrato hecho para no ser leído, que
hay un detalle sin formalizar previo al uso de la tarjeta que es indispensable.
Debo formar parte del Club: ¿Qué club? Pregunto. El Club de las tarjetas VIP,
me responde. No conozco tal club, por lo que solicito información así como
referencia de sus miembros.
Muy amablemente me
muestra y explica ambas cosas. Después de observar algunos nombres, muy
conocidos por cierto, no me interesé por
las condiciones. Cogí mi BLUE y quedando de nuevo muy reconocido salí de la
oficina.
Les confieso que ese
día, en varias ocasiones, miré varias veces a través de la ventana de mi casa para
comprobar si por allí merodeaba la policía; no por tener la BLUE sino por lo
del Club.
En aquel listado que me
presentaron vi nombres de personas muy reconocidas e influyentes. La mayoría
con residencia y actividad en Madrid, casi todos con tarjeta BLACK, lo de black debe
ser por aquello del color, supongo. Había en aquella relación algún banquero,
también algún político y sindicalista alguno, también prestigiosos empresarios.
Enseguida me di cuenta
que estos personajes hacían uso de sus tarjetas con licencia amplia, pero, ¿y yo? ¡Dios me librara! Es posible que
si el pin fuese correcto la cárcel fuera mi habitación futura por lo que
observo, y no por usarla sino por hacerlo sin pertenecer al club.
Tuve la curiosidad de
leer con detenimiento esa literatura del contrato hecho para no ser leído y comprobé
que los BLACK necesitan BLUEs para
mantener su interesante y apasionada vida. Una cláusula convierte a un BLUE en BLACK a poco que haga
uso de ella. Esto hace de alguna manera que los BLACK se blindan ante
posibles incursiones del fisco, suponiendo que se produzcan, desviando sus
operaciones hacia las cuentas de los BLUE convertidos en BLACK, (auténtica
ingeniería matemática). Parecen tener buenas relaciones con el poder y si es
así, ya sabemos cómo funcionan algunas cosas.
Opté por destinar mi
BLUE a la trituradora. Ahora sé que hice bien.
Los yates, chalets con
siete piscinas, safaris para presumir de foto en el “face”, y demás debilidades humanas, son reservadas para los
BLACK. La gente BLUE ni los tiene ni tampoco necesita. Siempre es más
importante querer lo que tienes a tener lo que quieres.
Tengo la impresión que
estos señores distinguidos, tienen licencia del poder para actuar sin pudor
alguno, sus escrúpulos no se encuentran escritos en documento conocido, tampoco importa a quien puedan
llevar por delante: el fin justifica los medios.
Escuché al Presidente
del Gobierno decir, que ellos descubrieron no sé qué cosa, relacionada con las
BLACK. Y tal vez, haya quien lo crea.
D. Robles
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