sábado, 16 de abril de 2016

EL PAPELÓN DE LOS PAPELES

Resulta inevitable. Cada día con el desayuno lo primero que hemos de comprobar es: quién fue detenido por golfo, quién es la imagen de un nuevo papel por actividades empresariales virtuales. Quién y quién y cuántos. La lista parece infinita. 
Todos aprovechándose y contribuyendo al deterioro de nuestra sociedad a la vez que los más débiles se ven obligados a sufrir las consecuencias de las normas que aprueban y favorecen quienes amparan y se dedican  a estas “nobles” causas.

Hace unos meses, me preguntaba en este mismo blog, qué habría de pasar o cuánto tiempo habría de transcurrir para que fuese cazado el gran líder. He de decir, que aunque el olfato me decía, conociendo al personaje, que sus manos no podían estar limpias, no albergaba mucha esperanza que un día fuese descubierto; cuando menos hecho público.

Me alegra haber errado en esta última parte y que antes de lo que podía prever salta a la luz que el gran Aznar también juega sucio, que le gusta demasiado el dinero y que es de los que predica con énfasis mientras hace de las suyas. Y no quedará sólo en esto, ya verán.

Un ejemplo de tantos que va engrosando nuestro diario. Predicadores de la buena praxis que entierran con la práctica de la virtuosa avaricia.

Decía en abril del 2014 el gran líder: “me cuesta mucho ganarme la vida honradamente y pago hasta el último de mis impuestos” ¡hay que tener cara y poca vergüenza!, mejor todavía, ninguna.

Recuerdo aquellas colecciones de cromos cuando era niño, tan interesantes y alguna de ellas tan educativa. Trasladadas al caso, imagino la colección espectacular e inagotable de figuras. 
Mientras tanto la ciudadanía normal, seguimos asistiendo cabreados y pagando para que esta tropa de golfos saqueen nuestros derechos fundamentales y tributos al grito que no hay más remedio.

Me llama la atención escuchar a personas del grupo de sufridores temer lo que puedan hacer algunos si llegan al poder, y no veo que teman sin embargo, lo que hacen y llevan haciendo quienes están y estuvieron. También cuando dicen que el dinero se iría del país sin darse cuenta los años que hace que se está yendo.
Además de sufridores, cómplices por convicción e influencia de la maquinaria apostolar del sistema. Lo único que está aquí es la presencia de sus titulares, que bien podrían irse con su dinero. Pero aquí viven demasiado bien para correr aventuras innecesarias. Hasta ahora.

Deportistas de élite, espejo de tantos niños. ¡Menudo espejo y diccionario! Personas de la vida pública, no sólo de la política y todo cuanto se mueve en torno a don dinero. 
Una vez más digo que hay gente tan pobre, tan pobre, que lo único que tiene es dinero. El resto, miseria, porque esto es lo que envuelve un aspecto trajeado.

Esto sólo se puede acabar con una reacción por parte del conjunto de la ciudadanía. Llegar a la conclusión  que en la medida que nos están estafando deben ser considerados como delincuentes en el mejor de los casos y obrar en consecuencia. Tal vez ayudaríamos a esos jueces que valor echan y tanto debemos agradecer, a culminar su trabajo.

No hay dinero para sanidad, tampoco para educación, pensiones, para que haya  más  médicos, docentes y otros retribuidos con justicia, etc. Claro, ¡cómo lo va a haber! Afortunadamente empieza a ver la luz lo que desde tanto tiempo se sospecha y sabe.

Merecen respeto y mención especial esos periodistas de raza y vocación, quienes echan a su espalda la mochila del ingenio, audacia y perseverancia para perseguir y denunciar el delito, esos que ahora nos abren los ojos con tanto papelito panameño, que no sucumben a las amenazas y siguen en su empeño: el ejercicio de una profesión tan importante en una sociedad como esta. Estos que si deben ser elevados al altar del periodismo y diferenciarlos claramente de quien lo ejerce desde las barracas.

Gracias, jueces y periodistas, esos que no os vendéis ni rendís. Ahora sólo falta que os echéis a vuestra espalda al conjunto de esta ciudadanía tan apática y pasota. Sólo así podremos limpiar a esta sociedad de golfería. Cuando menos tratar de reducirla a términos que habrá que considerar asumibles porque en el fondo es lo que hay.

                                                                          D. Robles

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