sábado, 12 de septiembre de 2015

VUELTA AL COLE

Llega septiembre, esa frontera entre el descanso estival y el reinicio de la actividad cotidiana (quien puede).
Una vuelta al cole para los niños, los menos niños y quienes dejamos de serlo, al menos en edad cronológica. Si nos fijamos en la conducta, tal vez hubiera que repensar.

Todo parece estar igual, o casi, que en el mes de junio: mismos líos, mismos discursos – mensajes, mismos ahogos económicos, aunque haya quien se empeñe en tratar de convencernos que ya no. Según dónde, los osos siguen avanzando en su colonización del hábitat humano, escoltados por el ejército pro – oso. En definitiva, casi todo igual.

Una novedad altera nuestra atención. Los efectos de la guerra siria y la migración masiva a la vieja Europa. Conocemos y seguimos la situación y también las idas y venidas de los gestores de lo público, responsables de su gestión.
Como siempre, faltos de capacidad de reacción en tiempo y forma, mueven ficha obligados por las propias circunstancias.

Cuatro años después de desatada la beligerancia se dan cuenta que hay que intervenir para parar tal desbarajuste. Aun así tardarán en ponerse de acuerdo tanto en el cómo como en el cuándo. Mientras tanto más muerte, más masacre, más destrucción, más migración, más de lo mismo.

¿Recuerdan cuándo reaccionó occidente al problema del Ébola? Sí, cuando tocó carnes propias, hasta entonces parecía ser un problema de “negritos”
En este caso, otro capítulo de la misma serie.
Gentes que huyen de la muerte y la destrucción, y que en su huida lo mismo encuentran algún escenario de acogida, los menos, que un ejército apuntando con la escopeta y al parecer dispuesto a todo: un sinfín de despropósitos.

Voces que alertan y temores a que en medio de la riada humana se cuele algún loco irracional de esos que no es necesario calificar. Todo es posible, ¡cómo evitarlo!
Cabe esperar que apliquen medios suficientes para filtrar tal posibilidad. Pero esto no puede hacer que miremos para otro lado y que no estemos en condiciones de dar respuesta humanitaria a gente que atraviesa un auténtico calvario.

España parece que va a acoger unos 17.000. Empezaron siendo 2.000, después no sabemos y al final ya veremos, pero esto hay que tomarlo como anécdota porque Mariano es así y a estas alturas del curso, aunque sea septiembre no lo vamos a cambiar. Ayer día 11 un miembro destacado del PP – Javier Maroto- nos alertó de la cantidad tan alta de yihadistas que estaban entrando en Europa: no sé bien si fue fruto de los nervios de su boda inminente o que un momento de lapsus le hizo pensar que seguía gobernando Zapatero y tocaba dar estopa, el caso es que raudos y veloces, sus jefes de fila salieron a desautorizarlo.

También observamos cómo hay países cerrados a colaborar, y en este caso no sé bien si sería bueno considerar la posibilidad de retirarles el acta de la Unión. No son  insolidarios con una causa, lo son también con sus socios de viaje. En fin, es un planteamiento sin recorrido pero queda dicho.
Sólo espero que la distribución de las personas se haga con sentido lógico y criterio humano y humanitario y no bajo el concepto de cuotas, cuan si de productos se tratara. No les sorprenda, más de una autoridad es la matemática que usa y entiende.

En este escenario no debemos dejar de considerar lo que esta migración puede suponer más allá del hecho en si mismo. En la medida que siga en los términos actuales puede suponer a futuro un cambio sustancial en la sociedad europea, tengámoslo en cuenta.

Hace doce años, en las Azores se escenificó la intención de pacificar el mundo y decidieron, aquellas lumbreras, atacar Irak. Los argumentos esgrimidos entonces, muchos sabíamos que era la disculpa para intervenir y los motivos eran muy distintos a los expuestos. Los hechos lo avalan y el resultado de todo aquello lo estamos viviendo y sufriendo.
¿Hay responsabilidades? Pues claro. ¿Se asume alguna? Ya lo ven.

La sociedad que habitamos está podrida y la gente normal y digna, a la par que sobrevive y funciona con lógica humana y humanitaria sigue sosteniendo y manteniendo la herrumbre y podredumbre del sistema.


                                                                        D. Robles

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