sábado, 4 de julio de 2015

EN ALTO LA BANDERA ARCO IRIS

Semana Arco Iris. Días de libertad. Días para reivindicar derechos. Días para seguir recorriendo camino. Días para frenar retroceso alguno en el ejercicio de respeto y sentido común.

Circunstancias tan excepcionales que tarda en llegar el día que dejen de serlo, ese día que no sea necesario hablar de ello porque todos hayamos llegado a la convicción que nadie es igual a otro, y por ello todos titulares de mismos derechos y obligaciones. Ese día que todo sea parte de la normalidad más absoluta.

Hoy nadie se plantea abolir el divorcio, pongo por ejemplo. Tampoco se habla de ello. Es algo que forma parte de esa normalidad. Recordarán qué supuso su aprobación y puesta en marcha: una marea de diatribas y disparates parecidos a los que se escuchan en un caso como el que nos ocupa hoy. Divorcio, que aquellos sectores que lo censuraban encarecidamente, pasaron a ser "grandes clientes"  de aquella "destrucción masiva de  la estructura familiar"

Mucho se lleva hablado y se habla. Mucho escrito y escribiendo sobre el asunto. Todavía quien sigue expresando opinión de “enfermedad curable”, refiriéndose a una persona con sentimiento y naturaleza sexual diferente a quien la expresa (supongo), tratando de hacer buena, únicamente la propia y menospreciando y vilipendiando la ajena. Digo supongo, porque no es la primera vez que se censura la homosexualidad desde la homosexualidad.

La naturaleza humana es como es, y todas sus manifestaciones propias del mismo ejercicio  de derechos. Único no tolerable , aquel que trata de vejar al otro.

Recuerdo un comentario de un político contemporáneo muy reconocido, que aconsejaba hace años a su delfín y hoy político relevante (algo desviado según su jerga) lo siguiente: “Si quieres triunfar en política, cásate y cúrate”. Lo primero sé que lo hizo, lo segundo tengo dudas, es más, me atrevo a afirmar que no.
La apariencia manda y no es lo mimo ser que saber, es decir, lo importante no es ser homosexual, sino que se sepa.

Pues bien, algo como esto, que no necesita comentario anexo, es un sentir demasiado extendido todavía en la sociedad española.

No es desviada una persona homosexual, lo es quien así lo considera. No puede tener cura aquello que no lo requiere aunque haya quien se empeñe en tratar de convencer de tal falacia, si la tiene sin embargo quien su educación  le restringió adquirir valores mínimos de convivencia y respeto fundamentales.
Reconozco que a veces, cuando escucho a oradores expresarse en estos términos, siento pena.

Yo, de naturaleza heterosexual, hoy a través de estas líneas alzo la voz de la solidaridad, levanto la bandera arco iris a la vez que elevo un grito de libertad y respeto.
Un viva a la tolerancia y aceptación de toda persona tal cual ha de ser, y un no rotundo a todo lo que representa su negación.

TODOS SOMOS IGUALES, PORQUE TODOS SOMOS DIFERENTES


                                                                                    D. Robles

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