Semana Arco Iris. Días
de libertad. Días para reivindicar derechos. Días para seguir recorriendo camino.
Días para frenar retroceso alguno en el ejercicio de respeto y sentido común.
Circunstancias tan excepcionales que tarda en llegar el día
que dejen de serlo, ese día que no sea necesario hablar de ello porque todos
hayamos llegado a la convicción que nadie es igual a otro, y por ello todos titulares de mismos derechos y obligaciones. Ese día que todo sea parte de la normalidad más absoluta.
Hoy nadie se plantea abolir el divorcio, pongo por ejemplo.
Tampoco se habla de ello. Es algo que forma parte de esa normalidad. Recordarán
qué supuso su aprobación y puesta en marcha: una marea de diatribas y
disparates parecidos a los que se escuchan en un caso como el que nos ocupa
hoy. Divorcio, que aquellos sectores que lo censuraban encarecidamente, pasaron
a ser "grandes clientes" de
aquella "destrucción masiva de la
estructura familiar"
Mucho se lleva hablado
y se habla. Mucho escrito y escribiendo sobre el asunto. Todavía quien sigue
expresando opinión de “enfermedad curable”, refiriéndose a una persona con
sentimiento y naturaleza sexual diferente a quien la expresa (supongo),
tratando de hacer buena, únicamente la propia y menospreciando y vilipendiando
la ajena. Digo supongo, porque no es la primera vez que se censura la
homosexualidad desde la homosexualidad.
La naturaleza humana es
como es, y todas sus manifestaciones propias del mismo ejercicio de derechos. Único no tolerable , aquel que
trata de vejar al otro.
Recuerdo un comentario de un político contemporáneo muy
reconocido, que aconsejaba hace años a su delfín y hoy político relevante (algo
desviado según su jerga) lo siguiente: “Si quieres triunfar en política, cásate
y cúrate”. Lo primero sé que lo hizo, lo segundo tengo dudas, es más, me atrevo
a afirmar que no.
La apariencia manda y no es lo mimo ser que saber, es decir,
lo importante no es ser homosexual, sino que se sepa.
Pues bien, algo como
esto, que no necesita comentario anexo, es un sentir demasiado extendido
todavía en la sociedad española.
No es desviada una persona homosexual, lo es quien así lo
considera. No puede tener cura aquello que no lo requiere aunque haya quien se
empeñe en tratar de convencer de tal falacia, si la tiene sin embargo quien su
educación le restringió adquirir valores mínimos de convivencia y respeto fundamentales.
Reconozco que a veces, cuando escucho a oradores expresarse
en estos términos, siento pena.
Yo, de naturaleza heterosexual, hoy a través de estas líneas alzo
la voz de la solidaridad, levanto la bandera arco iris a la vez que elevo un
grito de libertad y respeto.
Un viva a la tolerancia y aceptación de toda persona tal cual
ha de ser, y un no rotundo a todo lo que representa su negación.
TODOS SOMOS IGUALES, PORQUE TODOS SOMOS DIFERENTES
D. Robles
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