Sr. Ministro de Justicia.
Después de la imagen que en el transcurso del tiempo fue
trasmitiendo urbi et orbi, he de decir, que no sé bien qué le pudo haber pasado
al recibir la Cartera que ocupa para
sufrir tal mutación, o si por el contrario estaba representando un papel
esperando el momento de manifestarse tal cual es, un papel que se escondía y esconde
tras esa sonrisa característica, tan
desganada como forzada. Más bien creo esta última versión, máxime si tenemos en
cuenta la opinión de su padre. ¡Cuánta razón tenía!
Lleva usted, Sr. Ministro, dos años gloriosos al frente de un
departamento de la importancia que tiene el de Justicia. No está dejando títere
con cabeza. Pasará a la historia como aquel personaje que en pleno S XXI se
empeñó en destrozar todo aquello que encontró a su alcance y tratar de retrotraer
a su país a una etapa preconstitucional.
Comenzó con la Ley de Tasas, consiguió poner de acuerdo a
todo el mundo de la Judicatura frente de
usted, pero ya sabemos, usted está en posesión la verdad absoluta y no se da
por enterado; sepa Sr. Ministro, que
a toda la población no se puede
engañar. Esta norma no es casual, tiene un fin que funcionará en paralelo con
el de su homólogo de Interior. Sabe bien
quién no podrá hacer uso de un servicio básico como es acudir a la Justicia a
partir de la entrada en vigor de la Ley, ¿Verdad? En una carta posterior al referido trataré de
mostrar esa coincidencia.
Si un banquero, pongo
por ejemplo, comete un delito como es expoliar a un cliente, el primero tiene
cobertura legal para hacerlo mientras que el expoliado en justa exigencia de lo
suyo, si necesita exteriorizarlo en forma de protesta ¿Qué puede suceder? ¿Podrá
acudir a la Justicia quien se quedó sin medios para ello? ¿Le suena a usted el asunto
de las Preferentes Sr. Ministro? Recuerdo de paso, que dar cobertura a un delito o ser connivente
con él, convierte en delincuente a quien lo hace.
Como esto es poco, decide al fin abortar la actual Ley de
Interrupción del Embarazo y, algo completamente innecesario en este momento y
en este país, ya le mete a usted en otro jardín haciendo lo que parece le resulta más estimulante, la puñeta. Me gustaría saber, Sr. Ministro,
antes de tomar tal decisión con cuántas mujeres habló y también con cuántas
personas de ciencia, más allá de los científicos de sacristía y sus adláteres purpurados; resulta curioso ver cómo siempre son hombres
quienes toman decisiones que afectan a mujeres y, sin ellas.
¿Las mujeres de su partido le seguirán mirando la cara?
Sr. Ministro, veo bien que se preocupe por los demás, pero no
sé si todos esos demás entran su Cartera.
Dígame Sr. Ministro, en su país el 20% de los niños viven en
situación de pobreza, más de tres mil personas decidieron poner fin a su vida al
no soportar la ruina a que las condujeron, no hablemos de la situación de
penuria de millones de personas. ¿Le preocupa a usted esto? Parece que no mucho,
porque lejos de hacer algo para evitarlo siguen trabajando para incrementar tal
guisa a la vez que empleando el tiempo en
desatinos.
Los niños con alguna discapacidad los están llevando a una
situación de exclusión social, ¿Por qué no se preocupa por ellos Sr. Ministro? Sabe
que están acabando con la llamada Ley de Dependencia, y la LOMCE es un paso más
en dicho camino, ¿Nos podrá usted convencer de lo contrario? No le va a ser
fácil.
Decide reformar el Código Penal y sólo se le ocurre referirse
a las personas con enfermedad mental como “personas peligrosas”, Sr. Ministro,
¿Es usted consciente de lo que hace? Hasta se le ocurre presuponer su
peligrosidad.
Esto, añadido a todo lo anterior me hace pensar que uno de los
grandes peligros que tiene una sociedad como la nuestra es Ministros como usted.
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