Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos en que los
sobres postales servían para aquello para lo que fueron concebidos, ser
portadores de misivas, de cartas comerciales, de amistad, de amor. Tiempos que la evolución social hizo que
estuvieran a punto de desaparecer; entre SMS, internet – emails y demás
familia. Tal vez en aquel entonces ya sirvieran para otros menesteres, pero no
se sabía.
Las imprentas siguen trabajando, al menos en la elaboración
de sobres, eso creo, porque siguen siendo útiles. No cabía pensar, al menos a
quien suscribe que pudieran adquirir tal relevancia y en qué, pero lo cierto es que son motivo de comentario
en toda esquina y lugar. El sobre de repente se convierte en una pieza
estrella. ¿La causa?
Es comprensible que las gentes públicas sean grandes usuarios del sobre. También es cierto que aquello que estas gentes utilizan con asiduidad
adquiere relevancia. En sobre se
trasmiten mensajes, unos confidenciales, se cierra el sobre, otros no, van en
sobre abierto, también es fácil
comprender que unos no sepan qué
escriben otros y poco a poco empieza el festival y así entre los Barce, Cospe y Marianos que no se enteran por un
lado, los Griñanes que tampoco y los
Guerreros y Rivas que sí, eso parece. Los Pujoles que no se sabe, las ITVs y
los Palaus. Los Crespos que con cierto despecho empiezan a
largar y no a través de sobre y nos ilustran sobre el proceso de consecución de
su antiguo equipo; los altos cargos privatizadores y posteriormente ejecutivos de
las empresas beneficiarias, que también escriben cartas, en sobre. El arte con
que lucen traje unos y bolsos de cierta marca otras, no sé si con sobre o no en el interior, los coches que aparecen en
garajes, quizá también con sobre y bien no saben cómo o tampoco se entera
alguna sin darse cuenta que los Reyes vienen todos los años después de
escribirles una carta, por supuesto en su sobre.
El sobre, el rey de la escena, ese sobre que no existe hasta
que el amor lo seduce y le da vida y empieza a decir de quien para quien, el
contenido, con amor pero no de amor, con una discreción que deja de ser.
La serie empieza a conquistar audiencia, y crece y crece y entra
en escena un juez y no es para casar a nadie , juez a quien todo el mundo
respeta y apoya a la vez que urde la forma de que no se entere de la
infidelidad y se empieza a buscar la forma de encontrar otro juez, si es amigo
mejor y qué decir de los testigos de la ceremonia, busca y busca y no es capaz
de encontrar al ideal, sumiso y obediente
que haga sólo los recados que convengan y en la forma que convenga y no se encuentran,
los que llegan no son obedientes, es necesario buscar otros y hacen acto de
presencia los nervios.
¿Se imaginan a Groucho Marx en la escena de la ceremonia? ¡Menuda
obra maestra!
La evolución del sobre es tal, debe ser por aquello de
internet, que pueden circular hasta en diferido, hay mensajes que se guardan en
algún sobre que debido a la humedad se destruyen, no hubo cuidado de hacer uso
del sobre térmico, y claro, no hay
testigos, no hay ceremonia, no hay juez,
no hay caso.
La ciudadanía es mal pensada, debe saber que todo esto
circula por el bien del país, los portadores de tal trajín, son gentes
honorables, serias y respetables, no entiendo por qué tanta desazón y
desconfianza.
Hay sobres con membrete oficial, recuerdo alguno, Gürtel,
Eres, Pokémon (pronto llegará "Picacho")
hay alguno que circula sólo por el noreste con encabezado 3%, en fin hay para
cualquier gusto y de todo color.
Otra escena en el teatro del sobre sumamente interesante, los
monólogos. Fíjense. Le preguntan a
Mariano por lo suyo y responde con Griñán, si le preguntan a Griñán lo más
fácil es que nos enteremos de lo que acontece a Cospedal, si es Cospedal es muy probable que sepamos lo de
Oriol y si le toca a Oriol sabremos lo de Mariano, así que a ver si de una vez
nos damos cuenta que cuando queramos saber algo de alguien hay que peguntar a
otro.
Todo esto en un guión desarrollado por S. Spielberg lo colocaría
al borde del oscar y la audiencia muy entretenida, es lo que le queda, parece,
entretenerse.
D. Robles
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