sábado, 7 de diciembre de 2013

ENTRE SOBRES ANDA EL JUEGO

Recuerdo con cierta nostalgia aquellos tiempos en que los sobres postales servían para aquello para lo que fueron concebidos, ser portadores de misivas, de cartas comerciales, de amistad, de amor.  Tiempos que la evolución social hizo que estuvieran a punto de desaparecer; entre SMS, internet – emails y demás familia. Tal vez en aquel entonces ya sirvieran para otros menesteres, pero no se sabía.
Las imprentas siguen trabajando, al menos en la elaboración de sobres, eso creo, porque siguen siendo útiles. No cabía pensar, al menos a quien suscribe que pudieran adquirir tal relevancia y en qué,  pero lo cierto es que son motivo de comentario en toda esquina y lugar. El sobre de repente se convierte en una pieza estrella.                    ¿La causa?
Es comprensible que las gentes públicas sean grandes usuarios  del sobre. También es cierto que aquello  que estas gentes utilizan con asiduidad adquiere relevancia. En sobre  se trasmiten mensajes, unos confidenciales, se cierra el sobre, otros no, van en sobre abierto, también es fácil  comprender que unos no sepan  qué escriben otros y poco a poco empieza el festival y así entre los Barce,  Cospe y Marianos que no se enteran por un lado, los Griñanes que tampoco  y los Guerreros y Rivas que sí, eso parece. Los Pujoles que no se sabe, las ITVs y los Palaus.  Los  Crespos que con cierto despecho empiezan a largar y no a través de sobre y nos ilustran sobre el proceso de consecución de su antiguo equipo; los altos cargos privatizadores y posteriormente ejecutivos de las empresas beneficiarias, que también escriben cartas, en sobre. El arte con que lucen traje unos y bolsos de cierta marca otras, no sé si con sobre o  no en el interior, los coches que aparecen en garajes, quizá también con sobre y bien no saben cómo o tampoco se entera alguna sin darse cuenta que los Reyes vienen todos los años después de escribirles una carta, por supuesto en su sobre.
El sobre, el rey de la escena, ese sobre que no existe hasta que el amor lo seduce y le da vida y empieza a decir de quien para quien, el contenido, con amor pero no de amor, con una discreción que deja de ser. 
La serie empieza a conquistar audiencia, y crece y crece y entra en escena un juez y no es para casar a nadie , juez a quien todo el mundo respeta y apoya a la vez que urde la forma de que no se entere de la infidelidad y se empieza a buscar la forma de encontrar otro juez, si es amigo mejor y qué decir de los testigos de la ceremonia, busca y busca y no es capaz de encontrar al ideal, sumiso y obediente  que haga sólo los recados que convengan  y en la forma que convenga y no se encuentran, los que llegan no son obedientes, es necesario buscar otros y hacen acto de presencia los nervios.
¿Se imaginan a Groucho Marx en la escena de la ceremonia? ¡Menuda obra maestra!
La evolución del sobre es tal, debe ser por aquello de internet, que pueden circular hasta en diferido, hay mensajes que se guardan en algún sobre que debido a la humedad se destruyen, no hubo cuidado de hacer uso del  sobre térmico, y claro, no hay testigos,  no hay ceremonia, no hay juez, no hay caso.
La ciudadanía es mal pensada, debe saber que todo esto circula por el bien del país, los portadores de tal trajín, son gentes honorables, serias y respetables, no entiendo por qué tanta desazón y desconfianza.
Hay sobres con membrete oficial, recuerdo alguno, Gürtel, Eres, Pokémon  (pronto llegará "Picacho") hay alguno que circula sólo por el noreste con encabezado 3%, en fin hay para cualquier gusto y de todo color.
Otra escena en el teatro del sobre sumamente interesante, los monólogos.  Fíjense. Le preguntan a Mariano por lo suyo y responde con Griñán, si le preguntan a Griñán lo más fácil es que nos enteremos de lo que acontece a Cospedal, si es  Cospedal es muy probable que sepamos lo de Oriol y si le toca a Oriol sabremos lo de Mariano, así que a ver si de una vez nos damos cuenta que cuando queramos saber algo de alguien hay que peguntar a otro.
Todo esto en un guión desarrollado por S. Spielberg lo colocaría al borde del oscar y la audiencia muy entretenida, es lo que le queda, parece, entretenerse.
                                                                                              D. Robles

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