lunes, 17 de noviembre de 2014

ENTRE EXPLICACIONES Y LA JUNGLA

Un nuevo episodio alumbró nuestro territorio estos últimos días. Bueno, uno, uno más. Vivimos un momento de la historia que puede permitirnos reescribir la serie “Episodios Nacionales”, adaptados al caso, con la diferencia que, si Benito Pérez Galdós pudiera realizarlo, en lugar de sus cuarenta y seis novelas recogidas en cinco series, haría una de serie ilimitada.

Estamos en época de tormentas, abundan los rayos y truenos, conviene proteger nuestras casas cerrando ventanas para evitar que por ellas se cuele algo no deseado.

Hoy toca uno de esos episodios. El que azotó los últimos días al Presidente de Extremadura. Es curiosa la oportunidad, en pleno cónclave del partido en su territorio.
Ayer, día 14 de noviembre, se presentó en público y dio sus explicaciones sobre el caso, acompañó con documentación sus afirmaciones. Le preguntaron, entre otras cosas quién había soltado el lagarto, a lo que respondió encogiéndose de hombros con una leve sonrisa. ¿No habrá salido de los suyos? Pregunto yo. Recuerden aquel dicho de Pio Cabanillas, célebre por ellos: “al suelo que vienen los nuestros”. Mucho me temo que a José Antonio Monago, le pase algo parecido. Resulta algo incómodo para una parte del partido y ya sabemos: quien se sale del guion, sale de la foto.

Cuando escuché a Mariano darle todo su apoyo, inmediatamente pensé: Monago, puedes empezar a temblar. Es como esos entrenadores de fútbol que caen el martes siguiente al fin de semana que fueron ratificados por sus presidentes.
En este caso creo que va a ser algo duro de roer; ya veremos.

Me llamó la atención, que alguien se presente públicamente para dar explicaciones sobre una acusación en esta España nuestra donde esas escenas no tienen cabida habitualmente, el hecho en sí mismo, es noticia.

Acompañó su declaración con pruebas. Él sabrá si son ciertas o no. Estuve siguiendo a través de la radio su comparecencia durante un rato, y algo más me llamó la atención: los comentaristas de la emisora, por sistema iban cuestionando cuanto decía al ritmo de: sí pero, en lugar de 16 eran 32 porque cuenta ida más vuelta y claro, los 22 es ida y vuelta, pero por qué no dice, etc. Les confieso que llegaron a indignarme.
No puedo saber si este Sr. miente o no, el tiempo la va a aclarar, pero me cuesta aceptar que se cuestione a una persona cuanto dice, con los mismos datos en ese momento, estoy seguro, que tenía yo. Una persona es inocente hasta que se demuestra lo contrario, para algunos comunicadores ocurre al revés, y en lugar de probar una culpabilidad, es el acusado quien debe demostrar su inocencia.
Si miente, su destino está claro, y si dijera verdad ¿quién asume responsabilidad alguna por haberlo difamado?

Esta es otra cara del pastel. La prensa, los tertulianos. Sobre todo quienes en aras del derecho a informar, se saltan las normas más elementales de conducta ética, educación y profesionalidad. Hay alguno que es lo más parecido que veo a un sabueso con dos pies.

Debemos reivindicar los grandes profesionales que hay en la comunicación. Los hay y en buen número. Ya sabemos que en cualquier familia puede haber de todo. Es curioso que sean aquellos más criticables quienes se hartan de criticar a los demás.
Con cierta frecuencia el mundo se pone al revés.

Siguiendo con el asunto Monago ¿No creen que sería prudente tener un poco de paciencia? Dio sus explicaciones, algo que hasta ahora parecía imposible para un cargo público, ahora, esperen un poco, comprueben y cuando haya alguna prueba fidedigna hablen, sino callen para siempre. Allí donde hablar resulta barato y difamar gratuito, cualquiera dispara, según qué caso, sin saber bien a qué, lo importante es disparar.

Otro hecho reciente que nos puede servir para el comentario de hoy es el caso Trías; el alcalde de Barcelona fue acusado, como todos sabrán por el diario El Mundo. Xavier Trías expuso lo que todos conocen y no veo necesario repetir.
Resulta un tanto sorprendente, que este diario, con lo que le gusta la salsa lleve tanto tiempo manteniendo silencio sobre el asunto.
¿Y si hubo un error? ¿Y si el Sr. Trías dice la verdad? ¿Quién asume la responsabilidad del error? El daño que pueden provocar estos hechos puede ser, según el caso, irreparable, y el mensajero cumplida su misión, retirar a alguien de la circulación.
Este mundo necesita una vuelta.

Con la prensa, sobre todo alguna, hay que tener mucho cuidado y desterrar de nuestro intelecto la asunción de credibilidad absoluta por el hecho de ser ella quien lo dice. Hay casos en que no conocen la palabra escrúpulo. Es evidente que hay algún medio serio, merecedor de credibilidad puesto que su historia lo avala, y otros, tal vez demasiados, mejor pasar página. Hablando de comunicadores, tertulianos o como se quieran llamar, me resulta sumamente grato escuchar a alguno de ellos, esos con los que se puede estar de acuerdo o no, pero su sensatez, respeto, coherencia y formas los hace grandes, mientras que otros resultan hasta simpáticos.

Para completar la jungla, cómo no van a participar del festival el resto de representantes de partidos.
En estas secuencias no es necesario que digan algo. Ya sabemos de antemano qué van a decir. A poco que se mueva una rama en el árbol del otro, dimisión inminente de la rama y según qué, del árbol completo. Cuando se mueve la rama en el árbol propio, hay que esperar que hable la justicia, en el mejor de los casos, en otros toca justificar.

Pronto saldrán a escena en el anfiteatro un tal Griñán y otro de apellido Chaves.
Estaremos atentos.


                                                                            D. Robles 

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