viernes, 28 de noviembre de 2014

ESAS MAYORÍAS SILENCIOSAS

Esta sociedad que compone la “res” humana – ibérica -  es un elemento en ebullición y evolución permanente; las cosas cambian, las nuevas tecnologías mediatizan nuestra forma de vida, de pensar, de actuar.

Todo cambia, menos aquello que debía ir por delante de estas transiciones y sin embargo permanece anclado en las viejas maneras y aptitudes viejas; haciendo de freno a lo imparable, a veces, tratando de poner puertas al campo y procurando ralentizar el devenir del proceso.

Entre lo posible, lo imposible y otros, hay algo que creo indispensable para que futuras generaciones puedan desarrollar un medio de vida en consonancia con su tiempo, y no es otra cosa que llevar a cabo desde la base social una revolución política en este país.

Me siento harto de esos procedimientos y discursos seniles viendo que, de una forma u otra, los actores principales de la escena, sean más jóvenes o menos, no salen del encallamiento tan alimentado y bien nutrido por sus progéneres.
La única forma que veo posible por la que, los responsables principales de los partidos mayoritarios puedan darse cuenta que su camino no es el mismo que recorre el resto de la sociedad, es proporcionándoles, permítanme la expresión, una barrida general y profunda; sólo así seremos capaces de ayudarles a recomponerse, modernizarse, limpiar sus habitaciones y así hacer de ellos unas formaciones serias y acorde con los tiempos contemporáneos.
Hoy son otra cosa tan diferente y alejada de esta realidad que dejaron de ser creíbles y por tanto fiables.

Fíjense bien en algo básico: con la que les está cayendo, la gente con las púas afiladas y erre que erre con sus mensajes de una realidad existente sólo en su mundo. Viejos mensajes estructurados y calculados.

Formo parte de esa mayoría silenciosa a la que tantas veces aluden cuando interesa. Esa mayoría que sólo es silenciosa porque no se le escucha, no se sabe escuchar y no se quiere, tampoco creo que interese demasiado.
Cierto es, que de silenciosa tiene poco y de complaciente menos. Desde la perspectiva personal, puedo decirles que no estoy dispuesto a consentir que alguien se apropie de mi silencio, de ese silencio que no es tal, sólo lo es porque no se oye y sabido es que, lo que no se ve no existe.

Somos conocedores  de la situación que estamos viviendo en Cataluña. A esa cita del 9N acudió un número importante de ciudadanos. Cada cual haga su valoración, no es el caso, sólo lo menciono a título de ejemplo.
Desde el Gobierno se trata de contrarrestar el efecto aludiendo a esa supuesta mayoría que no acudió, pretendiendo hacernos creer el mensaje que interesa. No se dan cuenta que cualquier persona que sepa sumar es consciente de la realidad por muchas “mandarinas” que pretendan contarnos.

Rajoy irá a Cataluña este fin de semana y utilizará, ya verán, el discurso conocido, que los más o menos cuatro millones de personas que no secundaron la cita es porque no apoyan a Mas o porque no comparten sus tesis, luego están del lado del discurso de Moncloa, o al menos en su órbita.

Habrá quien no, habrá quien sí y no fue por otro motivo, quien una u otra cosa con matices,  y habrá quien le importe un pepino Mas, Rajoy y resto de la panda (me atrevo a aventurar que en número importante) porque lo que están esperando y nadie responde es una solución a sus problemas, en parte creados por la acción u omisión de toda esta tropa, pero no, lo que importa es lo que importa y para ello vamos a hacer apropiación indebida de esa ”mayoría silenciosa,” a ver cuántos lo creen. Verán, cómo a pesar de todo habrá abundancia de aplausos; está todo calculado.

Ese silencio que a poco que se abra la ventana se convertiría en un tronido,  es mejor que siga en aparente descanso, así se puede hacer uso de él cuando interesa.

Señores de la política, no se adueñen de mi silencio, no pretendan robármelo, no lo consiento. Cuando quieran saber algo de él pregunten                                                             


                                                                                   D. Robles

No hay comentarios:

Publicar un comentario