Esta sociedad que compone la “res” humana – ibérica - es un elemento en ebullición y evolución
permanente; las cosas cambian, las nuevas tecnologías mediatizan nuestra forma
de vida, de pensar, de actuar.
Todo cambia, menos aquello que debía ir por delante de estas
transiciones y sin embargo permanece anclado en las viejas maneras y aptitudes
viejas; haciendo de freno a lo imparable, a veces, tratando de poner puertas al
campo y procurando ralentizar el devenir del proceso.
Entre lo posible, lo imposible y otros, hay algo que creo
indispensable para que futuras generaciones puedan desarrollar un medio de vida
en consonancia con su tiempo, y no es otra cosa que llevar a cabo desde la base
social una revolución política en este país.
Me siento harto de esos procedimientos y discursos seniles
viendo que, de una forma u otra, los actores principales de la escena, sean más
jóvenes o menos, no salen del encallamiento tan alimentado y bien nutrido por
sus progéneres.
La única forma que veo posible por la que, los responsables
principales de los partidos mayoritarios puedan darse cuenta que su camino no
es el mismo que recorre el resto de la sociedad, es proporcionándoles,
permítanme la expresión, una barrida general y profunda; sólo así seremos
capaces de ayudarles a recomponerse, modernizarse, limpiar sus habitaciones y
así hacer de ellos unas formaciones serias y acorde con los tiempos contemporáneos.
Hoy son otra cosa tan diferente y alejada de esta realidad
que dejaron de ser creíbles y por tanto fiables.
Fíjense bien en algo básico: con la que les está cayendo, la
gente con las púas afiladas y erre que erre con sus mensajes de una realidad
existente sólo en su mundo. Viejos mensajes estructurados y calculados.
Formo parte de esa mayoría silenciosa a la que tantas veces
aluden cuando interesa. Esa mayoría que sólo es silenciosa porque no se le
escucha, no se sabe escuchar y no se quiere, tampoco creo que interese
demasiado.
Cierto es, que de silenciosa tiene poco y de complaciente
menos. Desde la perspectiva personal, puedo decirles que no estoy dispuesto a
consentir que alguien se apropie de mi silencio, de ese silencio que no es tal,
sólo lo es porque no se oye y sabido es que, lo que no se ve no existe.
Somos conocedores de
la situación que estamos viviendo en Cataluña. A esa cita del 9N acudió un
número importante de ciudadanos. Cada cual haga su valoración, no es el caso,
sólo lo menciono a título de ejemplo.
Desde el Gobierno se trata de contrarrestar el efecto
aludiendo a esa supuesta mayoría que no acudió, pretendiendo hacernos creer el
mensaje que interesa. No se dan cuenta que cualquier persona que sepa sumar es
consciente de la realidad por muchas “mandarinas” que pretendan contarnos.
Rajoy irá a Cataluña este fin de semana y utilizará, ya verán,
el discurso conocido, que los más o menos cuatro millones de personas que no
secundaron la cita es porque no apoyan a Mas o porque no comparten sus tesis, luego
están del lado del discurso de Moncloa, o al menos en su órbita.
Habrá quien no, habrá quien sí y no fue por otro motivo,
quien una u otra cosa con matices, y
habrá quien le importe un pepino Mas, Rajoy y resto de la panda (me atrevo a
aventurar que en número importante) porque lo que están esperando y nadie
responde es una solución a sus problemas, en parte creados por la acción u
omisión de toda esta tropa, pero no, lo que importa es lo que importa y para
ello vamos a hacer apropiación indebida de esa ”mayoría silenciosa,” a ver cuántos
lo creen. Verán, cómo a pesar de todo habrá abundancia de aplausos; está todo
calculado.
Ese silencio que a poco que se abra la ventana se convertiría
en un tronido, es mejor que siga en
aparente descanso, así se puede hacer uso de él cuando interesa.
Señores de la política, no se adueñen de mi silencio, no pretendan
robármelo, no lo consiento. Cuando
quieran saber algo de él pregunten
D. Robles
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