domingo, 24 de noviembre de 2013

TERTULIAS Y TERTULIANOS

La  jungla mediática que nos sirven cada día, desde sus albores  hasta su ocaso es de tal magnitud y variedad que se hace imprescindible pararse un momento y reflexionar un poco sobre todo un menú que se nos ofrece de entremés, primer,  segundo plato y  postre; de desayuno, merienda y cena.
Menús a la carta donde podemos elegir el plato más adecuado al gusto personal de cada cual,  alguno donde se puede degustar una mesa variada y muchos donde se presenta lo que cada uno le apetece tomar.

Prensa, radio, televisión, todos se esfuerzan en captar la atención del incauto comensal y fidelizar su presencia a la vez que influir en su personalidad.

Hay tres tipos básicos de menú del día.
Poquitos donde se puede apreciar una interesante carta variada, un aceptable y respetable sentido de pluralidad, donde los/as camareros/as tratan al invitado con escrupuloso respeto y desde cada posición ilustran al comensal explicando la confección de su plato. También saben respetarse,  no se atropellan en el comedor lo que hace que la degustación sea grata e ilustrativa, después, cada quien puede componer el plato a su gusto. Merece hacer un alto en algo que creo fundamental; el invitado debe reflexionar y hacerse su propia opinión, no consumir todo lo que come sin pararse a hacer la digestión y por tanto engullir más que degustar para después comentar el menú no por lo que asimiló, sino por imitación de  aquello que escuchó.

Otros, donde el comedor deja el orden establecido en la anterior versión y se transforma en algo parecido a un gallinero y ya sabemos qué pasa en un corral donde hay varios gallos, lío seguro y los invitados un tanto atónitos y desorientados terminan de los nervios y hasta discutiendo entre sí, sea cual sea el tamaño y lugar del comedor.

Varios donde el cliente debe consumir el único plato que se le ofrece, hecho sólo para quienes, en lugar de interesarse por una carta variada sólo quieren degustar uno concreto, es decir, quien en lugar de información busca reafirmar su creencia.

Por último, aquellos que pueden llegar incluso a poner verde al invitado a la mesa. Suelen estar aderezados con bastante salsa y son insaciables.

Me hacen pensar mucho. Sobre todo desde el punto de vista sociológico de la afluencia de clientes que parece tener. Pregunto, ¿tanto importa a esta nuestra sociedad las vidas ajenas?, ¿tanto más cuanto menos los serios problemas que tiene el país?

Este tipo de servicios llega hasta el punto de atreverse a profesar lo bien o mal vestida que va tal o cual clientela, como si hablar de gustos fuese algo que estuviese escrito y reglado, por lo que me pregunto fijándome en alguno/a, ¿habrá espejos en sus casas?

En mi opinión creo que una de las causas por la que estamos como estamos es precisamente ésta, demasiada gente pendiente del último supuesto y muy poca del primero.
                                                                            

D. Robles

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